En un contexto en el que la Cuarta Transformación (4T) sigue dando forma a la política mexicana, se ha comenzado a evidenciar un distanciamiento en el enfoque de gobierno entre el expresidente Andrés Manuel López Obrador y su sucesora, Claudia Sheinbaum.
Mientras que AMLO centró su mandato en un modelo de gobernanza basado en la austeridad, la protección social y una estrategia de “abrazos, no balazos” para enfrentar la violencia, la presidenta Sheinbaum ha empezado a diferenciarse en diversas áreas, impulsando reformas que apuntan a modernizar el aparato estatal y a responder a retos contemporáneos.
ENFOQUE EN SEGURIDAD Y JUSTICIA
Uno de los ejes en los que se percibe la divergencia es la política de seguridad. AMLO implementó una estrategia que priorizaba la contención y la pacificación mediante la presencia militar en ciertos escenarios. Sin embargo, Sheinbaum ha optado por una postura más contundente y basada en la inteligencia policial, evidenciada en su reciente operación en Sinaloa donde se capturaron altos mandos del narcotráfico sin recurrir a una movilización masiva de fuerzas armadas.
Esta nueva línea, respaldada por la ampliación de competencias a la Secretaría de Seguridad y la incorporación de expertos técnicos, se enmarca dentro de una política de “cero impunidad” que pretende fortalecer el estado de derecho.
REFORMAS INSTITUCIONALES Y POLÍTICAS PÚBLICAS
Otro aspecto importante es la agenda de reformas en materia de derechos y políticas sociales. Bajo el mandato de AMLO, se destacó la implementación de programas sociales, pero también se criticó la falta de una política de género robusta. En este sentido, Sheinbaum ha tomado medidas en favor de la igualdad sustantiva y el derecho a una vida libre de violencia para las mujeres, impulsando cambios constitucionales que modifican varios artículos clave, una iniciativa que, según analistas, marca un claro contraste con el legado de su antecesor.
LEGADO Y RENOVACIÓN: EL DILEMA DE LA ENERGÍA Y EL CLIMA
En el ámbito energético y ambiental, el distanciamiento es particularmente notorio. AMLO se caracterizó por apostar por la soberanía energética, manteniendo fuertes inversiones en Petróleos Mexicanos (Pemex) y proyectos como la refinería Dos Bocas, a costa de limitar la expansión de energías renovables.
Por su parte, Sheinbaum, con formación científica y experiencia en temas ambientales, se enfrenta al reto de transformar el sector energético hacia un modelo más sostenible, impulsando la transición a fuentes renovables a pesar de la pesada infraestructura heredada. Este giro representa una apuesta por modernizar la política energética y enfrentar el cambio climático de forma decisiva.
TENSIONES INTERNAS Y EL PROYECTO 4T
El distanciamiento no solo se da en el plano de políticas, sino que también refleja tensiones internas en el partido gobernante. Mientras algunos sectores de Morena y aliados de AMLO critican ciertos cambios en la dirección estratégica, otros ven en la postura de Sheinbaum una oportunidad para renovar y fortalecer la 4T.
La presidenta ha enfatizado la necesidad de adaptarse a los retos actuales sin romper los cimientos del proyecto, a pesar de que su visión reformista –especialmente en materia de justicia y seguridad– abre la puerta a un reacomodo de poderes dentro de la coalición.
COMENTARIO FINAL
La transición entre AMLO y Sheinbaum se presenta como un momento crucial para México, en el que la continuidad del proyecto de transformación se compagina con la necesidad de actualizar y responder a nuevos desafíos. El distanciamiento en políticas públicas evidencia que, si bien la 4T se mantiene como eje unificador, las estrategias y prioridades están evolucionando.
Con una agenda que incluye una postura más firme en materia de seguridad, una renovada política social y un compromiso ambiental ambicioso, Claudia Sheinbaum se posiciona como la líder que buscará impulsar un México moderno, resiliente y preparado para los retos del siglo XXI.
