En alguna ocasión abordé el tema de las canciones que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida y el significado que les hemos otorgado a ciertas melodías las cuales conforman un “soundtrack” personal, sin embargo, de manera menos superficial y con un enfoque dirigido a la salud, la música que escuchamos en nuestro día a día pueden ser útil para mejorar en muchos aspectos, no sospechamos de lo mucho que puede servir de apoyo o como un auxiliar para superar alguna crisis, enfermedad o padecimiento.

La estimulación que genera una canción a nivel cognitivo para poder sanar es orientada a través de la musicoterapia, su aplicación es tan noble, que, sin necesidad de sesiones formales, podemos acudir a ella ya que influye en las emociones y el cerebro para disipar la tristeza o potencializar la felicidad. Mucho más cuando cuenta con un enfoque terapéutico que se proyecta en el bienestar emocional, que puede ir desde la conexión neuronal en personas con Alzheimer o demencia, o de igual forma, en el manejo de la ansiedad o el estrés, ya que estudios han demostrado que las notas musicales generan contestaciones emocionales y fisiológicas en el cerebro, activando áreas relacionadas con la memoria, las sensaciones y el bienestar.  

La musicoterapia, con base en estos principios, ha confirmado su efectividad en la reducción del dolor, así como en la mejora de la concentración y la comunicación en personas con trastornos del desarrollo o enfermedades neurodegenerativas.

La relación entre la música y la neuroplasticidad favorecen el incremento de conexiones neuronales entre diferentes áreas cerebrales, combinar ambas actividades de manera simultánea mejora la memoria auditiva, se genera mayor habilidad para manipular información de memoria de corto y largo plazo, así como mayor habilidad en el aprendizaje de la lectura.

La música no solo nos distrae, también nos define, nos sana y nos conecta con lo más profundo de nuestras emociones y también multiplica la alegría y la energía, su presencia es indispensable por la capacidad que tiene para calmar el caos, desacelerar la respiración y recordarnos que, por un momento, todo está bien.

Sí, la música tiene ese poder sanativo, de manera habitual y sin buscarlo, mucho más cuando se encamina y logra que el cerebro vincule los sonidos con momentos específicos y reactive emociones, una terapia que puede regular la presión arterial, reducir los niveles de cortisol y estimular la producción de endorfinas.

De este modo, la musicoterapia ofrece una alternativa accesible y poderosa, como analgésico emocional y fortalece el sistema inmunológico, cuyo impacto también tiene efectos positivos en la salud mental y es usada como apoyo en los procesos de pérdidas, soledad y como ya hice mención, en una larga lista de padecimientos en los que ayuda a fortalecer la aparición de pensamientos positivos además de jugar un papel trascendental para cambiar patrones de pensamiento negativos.

Al ser selectivos con lo que escuchamos, podemos aprovechar el poder terapéutico y convertirla en una herramienta para mejorar nuestra calidad de vida.

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