¿Qué sería de nosotros sin esos momentos en los que alguien nos hizo ver que éramos capaces de más? Alguien que nos motivó y apoyó para avanzar y hacernos creer en nosotros mismos, estoy convencida de que en nuestros caminos existió un maestro o maestra que detonó nuestra inspiración, que jugó el papel transformador y despertó en nosotros la confianza y deseo por aprender más, esa capacidad que sólo un docente puede hacer, capaz de impactar de tal manera en la vida de sus estudiantes que a partir de ahí descubren nuevas habilidades y actitudes significativas, más allá de las lecciones teóricas, teniendo como clave del aprendizaje la emoción y motivación que genera la conexión humana de manera tan atinada que moldeo al profesional desde ese momento, con un enfoque y proyecto de vida mucho más encaminado y claro.
Por lo que la mejora en la educación individual o grupal, surge de la necesidad de construir un futuro más equitativo con base en el conocimiento como instrumento de empoderamiento a partir de la inspiración, esto no significa que se deben modificar o reformar planes de estudio o ir contra la misión de las instituciones educativas, por el contrario, es potencializar capacidades y habilidades de los alumnos, que aprendan discernir la información útil y el medio es un catedrático de cualquier nivel educativo que ofrece su desempeño de forma tan proactiva que sus enseñanzas son aplicables no solamente dentro del aula sino para la vida misma, es decir, su vocación asegura que tengan las herramientas para enfrentar un mundo laboral competitivo y el cambio constante de la sociedad, formando no sólo profesionales competentes, sino también ciudadanos comprometidos con su entorno, capaces de innovar y cooperar para que su contexto mejore y beneficie a quienes le rodean.
Por lo tanto, la inspiración es una cualidad de gran valor que mueve al ser, despierta al interés, creatividad y por supuesto la curiosidad, su alcance rebasa expectativas y su objetivo se plasma en historias de éxito, a través de experiencias que permitieron ser descubiertas por el atinado acompañamiento de la docencia en su mejor manifestación.
La inspiración en el entorno de la educación no se limita sólo a mejorar el rendimiento académico; su impacto resulta más profundo y duradero en la vida de las personas en quienes fomenta la autonomía, el estudio deja de ser una obligación y se convierte en placer al promover una mentalidad más dispuesta a aprender con la visión de igualdad y rompiendo estereotipos, porque el alumno se convierte en un protagonista del aprendizaje, su colaboración importa y su pensamiento se perfila más crítico y presta su atención en resolución de problemáticas, su esfuerzo es reconocido y sus resultados destacables.
En un país tan acelerado como el nuestro, con altas expectativas y pocas herramientas, hoy por hoy, ser un maestro o maestra transformador que encamina al crecimiento personal a sus pupilos y destaca su función como guía del proceso de aprendizaje, lo convierte en un auxiliar de alto valor que moldea el pensamiento, las emociones y el carácter de los estudiantes. En este contexto, el docente no sólo es un guía académico, sino participa como un mentor que comparte de forma equitativa su conocimiento y enriquece la vida de otros con enseñanzas cimentadas en la justicia, la innovación y resiliencia, por lo que resulta indispensable su existencia y su impacto trasciende y deja huella imborrable en sus alumnos. Ojalá todos encontremos en nuestro paso académico a un maestro inspirador que nos transmita conocimientos desde su forma de ver el mundo, porque a través de ella marca la diferencia dejando aprendizajes para construir nuestro propio camino.
