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Durante la mesa de acercamiento en la colonia Chavarría, Simey Olvera Bautista, secretaria de Bienestar e Inclusión Social, hizo notar en su trastabillado discurso una desarticulación de ideas, que ni leyendo lograba dar fluidez, su desconocimiento hasta de los nombres de los programas sociales se hizo evidente cuando en su lectura seguía con el dedillo para no perderse en la lectura, a tal grado llega su falta de interés por el trabajo de su propia secretaría, ahora imagine usted la veracidad de las acciones.
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Ya habíamos sido claros y adelantados a las declaraciones de Juan Carlos Chávez Trovamala, titular de Caasim, sobre los daños en la infraestructura de distribución del agua en Pachuca, que se generaron desde 20 años atrás por falta de mantenimiento. Declara que se requerirían unos 7 mil millones pesos para la rehabilitación del sistema y unos seis años más, al menos podrán comenzar con el cobro del servicio a dos instituciones, que no lo pagaban, con hasta 30 millones de pesos.
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Oscar Javier González Hernández, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, tuvo a bien reconocer públicamente que en Hidalgo no hay mano de obra calificada para responder a las necesidades de las empresas que pretenden establecerse en la entidad, la falta de perfiles para ese tipo de labores es evidente, lo cual no es novedad, la problemática ya existe, señor secretario, ya es junio y no se ven las propuestas de la mano de sus acciones.
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Marisol Ortega López, alcaldesa de Tepeapulco, carga con la denuncia de sus regidores por ‘uso ilícito de atribuciones públicas’ en la compra y donación de un terreno para el Banco de Bienestar, y aunque ‘clara-mente’ su respaldo viene del grupo universidad, léase directamente: Gerardo Sosa Castelán, pues ni ‘facturando’ el terreno antes de la sesión del cabildo correspondiente, como lo hizo, evadirá las consecuencias de tan particulares acciones ya antes mencionadas.
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Y ya para rematarle con estos alcaldes tan particulares, el de Pachuca, Sergio Baños, dijo, en una traducción más simple y llana, que le hagan como quieran los de la Real de Minas y habitantes de la ciudad, pues las inundaciones seguirán ocurriendo a falta presupuesto, unos más de mil millones pesos para construir los drenes pluviales necesarios, o unas canoas por lo menos, por aquello de mojarse los zapatos.
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