El 18 de octubre del año pasado había apenas oscurecido cuando en la sede del PRI en Hidalgo comenzaba ya a juntarse la militancia para el tremendo pachangón sin temor pandémico que hubo en el estacionamiento de sus instalaciones. Las matracas resonaron, tronaron los cuetes y empezó el bailongo desde temprano porque que el tricolor se sabía con la victoria en las manos. Y así fue.
Las elecciones municipales del año pasado fueron tremendo descalabro para Morena en el estado (también en Coahuila) por lo que el júbilo priista no fue injustificado, aunque sí lo fue su avejentada e irresponsable forma de celebración al concentrar una multitud en medio de la emergencia de salud.
Para esta ocasión, sin embargo, horas después de las seis de la tarde cuando cerraron las casillas de votación, Julio Valera Piedras, dirigente del tricolor en Hidalgo, mantenía en suspenso a medios y simpatizantes que esperaban con mayor o menor entusiasmo su aparición para informar lo ocurrido en la jornada electoral y, en caso de los segundos (y tal vez algunos de los primeros), saber si volvían a abrir los refrescos para iniciar el jolgorio como la vez anterior.
Mas el transcurrir de los minutos en silencio fue indicio de que las cosas no resultaron como se esperaba y había que recomponer el discurso, aunque al final lo que posiblemente ocurrió fue que el dirigente se tomó tiempo para tratar de convencerse a sí mismo de que lo que saldría a decir tenía algún dejo de sentido. Y no lo tuvo.
En otra muestra de la vieja forma de hacer política, Valera Piedras apareció acompañado de abanderados para decir que la jornada fue un éxito y recuperaron lo que dejaron escapar hace años. Entre aplausos y euforia inventada acudió a un conocido recurso de Andrés Manuel López Obrador y dijo sin decir: yo tengo otros datos, porque para entonces ya sabíamos que la derrota priista era, si no monumental, sí contundente.
En resultados preliminares el PRI ganó apenas cuatro distritos locales y uno federal, tres de ellos peleados con uñas en ventajas mínimas y todavía pendientes de confirmación, pues la coalición Juntos Haremos Historia que encabeza Morena advirtió ya que acudirá a las instancias pertinentes para buscar arrebatar lo que pueda. No obstante, en ese momento mencionó que de acuerdo con sus cifras habría triunfos en nueve distritos locales y cuatro federales. ¿De dónde? Quién sabe, pero en la política mexicana parece inadmisible reconocer triunfos ajenos y más aún las propias derrotas.
Personalmente no esperaba la recuperación morenista tras su debacle del año pasado, probablemente el PRI y compadres tampoco o hubieran hecho algo más que las grises (algunas ridículas) campañas que presentaron. Para tener en cuenta: el próximo año se renueva la gubernatura.
Así, una vez más Morena tiene mayoría en el Congreso local, aun cuando mantiene disputas internas por la inconformidad de sus bases a la política de puertas abiertas que ha permitido el ingreso de advenedizos, quienes, por cierto, luego les votan en contra las iniciativas.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
