El incremento de la incidencia delictiva en Hidalgo como efecto colateral de la pandemia de COVID-19 estaba previsto por las autoridades desde hace tiempo; sin embargo, nunca estimaron que llegara tan pronto.
La lógica es sencilla, pero no deja de ser preocupante. Al cerrar centros de trabajo, recortar personal o disminuir salarios, un sector mayoritario de la población del estado vio disminuido, o cortado de tajo, su ingreso económico de por si precario.
Y esa falta de dinero fue subsanada en otras actividades, como las personas que trabajan en las calles de esta ciudad o de cualquier municipio urbano por el cual se vaya de paso, donde la subsistencia se gana a golpes de esfuerzo y monedas en cada esquina.
En el último trimestre de 2020, Hidalgo registró un millón 242 mil 503 personas con empleo, así como 27 mil 306 desempleadas, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) elaborada por Inegi, informó la reportera de este diario Lourdes Naranjo.
Del total de hidalguenses con empleo de octubre a diciembre del año pasado, 72.2 estaban en la informalidad, es decir, sin prestaciones o que su vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo.
En tanto, va lenta la reactivación económica derivado de la apertura de establecimientos comerciales.
Durante el primer trimestre de este año Hidalgo recuperó 4 mil 439 empleos formales. Marzo fue el mes que menos reactivación tuvo con 873 puestos laborales en comparación con enero y febrero, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En contra parte, las cifras de inseguridad van en aumento según el más reciente informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
De febrero a marzo, los homicidios dolosos incrementaron de 19 a 27; lesiones dolosas aumentaron de 245 a 449; feminicidios pasaron de cero a cuatro, para sumar seis durante el primer trimestre.
Los municipios donde ocurrieron estos asesinatos de mujeres son Tula, Actopan, Alfajayucan, Tizayuca y Zempoala.
Además, el abuso sexual subió de 38 a 80; robo a casa habitación de 116 a 165; mientras que asalto contra transportistas ascendió de cero a 12 denuncias por este delito. Robo a negocio subió de 73 a 132 casos.
Otros delitos que se dispararon de febrero a marzo fue el fraude, 20 a 159 denuncias; daño a propiedad, 73 a 239 carpetas por este delito; y violencia familiar de 367 a 498, señala la dependencia federal.
Las cifras son interpretadas según el lugar en que uno las vea, habrá quien diga que la incidencia delictiva disminuyó en Hidalgo, pero cuando está en juego la seguridad de los habitantes del estado, más vale ser preciso, ya que engañar, o engañarse, desde una oficina, también debiera ser delito.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
