Como ya lo he comentado en este mismo espacio, uno de los sectores industriales más afectados por esta histórica pandemia es el del entretenimiento presencial. Y, los cines, las salas de proyección, han estado cerradas la mayor parte del año que ya cumplió el apocalíptico virus entre nosotros; causando estragos incalculables, algunos irreparables, para una parte importante de la industria cinematográfica.
Por otra parte, el negocio del entretenimiento en línea ha registrado en el último año un crecimiento superlativo. No se trata solamente del progreso cuantitativo de las plataformas de streaming. Se trata también del considerable aumento en el consumo de contenidos por esa vía; así como del incremento en las suscripciones a servicios de ese tipo.
Pero, la alternativa a la televisión, es decir, los contenidos ofrecidos en diversas plataformas de streaming, son apenas una pequeña parte del amplio universo del entretenimiento online. Los casinos, junto a los portales que ofrecen juegos de apuestas digitales, han alcanzado cifras récord en sus ganancias durante el año de la pandemia. De igual manera, las plataformas de servicios de distribución digital de aplicaciones móviles, es otra fracción que multiplica sus ingresos en forma avasalladora.
La gente, el público consumidor, no importa el estrato socioeconómico al que pertenezca, está en constante búsqueda de medios de entretenimiento. Ir al cine, siempre era una opción. Ir a una sala de proyección iba más allá suplir una necesidad de esparcimiento. Ir al cine era, o es una experiencia. Cada individuo que asistía a ver una película a una sala de proyección, le otorgaba un valor y un significado a esa experiencia.
Ahora, en el presente, ver una película se remite a sentarse frente a una pantalla de televisión, o ponerse entre las manos un dispositivo móvil. La experiencia es fría, ajena a la oscuridad de los cines, ajena a las butacas. Hoy, el público va difuminando su atención a la película que ha seleccionado para ver. El espectador de la sala de proyección se adentraba en el mundo que le presentaba la película que elegía ver. Eso es parte de la magia del cine. Ver películas desde dispositivos inteligentes, resta y elimina sensaciones en el público.
¿Extrañan ir al cine? ¿Extrañan ese momento de elegir la película que quieren ver? No lo sé, quizás extrañen seleccionar sus asientos. Posiblemente extrañen consumir palomitas de maíz. ¿Qué extrañan de ir al cine? Tal vez hasta extrañan ver la infinita selección de cortos de los avances de otras películas, antes del inicio de la función. La apertura de los cines ya se ha dado, ahora falta que el público responda y asista.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
