Sin nariz roja, pelo verde ni ropa andrajosa, Víctor Trujillo se disculpó ante las mujeres que se hayan sentido ofendidas por el personaje que, dijo, creó e interpreta desde 1988: Brozo. Esto lo hizo no sin antes alegar un ataque mediático orquestado desde la acojinada silla de Palacio Nacional, suspicacia que parece no descabellada, aunque irrelevante para el presente caso.

Brozo es misógino, reconoció el presentador, actor, conductor, etcétera, en el video con el que respondió la reciente arremetida contra el muchacho chicho (referencia para los mayores); el personaje también es borracho, drogadicto, resentido y, por si hacía falta saber, tiene todas las enfermedades venéreas, agregó (estigmatizar padecimientos era común en los 80 y persiste en la actualidad, como podemos ver).

El payaso de la tele se configuró, además de todos los adjetivos previamente descritos, como un personaje irreverente, mal encarado y opositor al poder gubernamental. Se volvió metáfora del mexicano opositor al abuso histórico y hegemónico del Estado consolidado durante 70 años de priismo y 12 más del PAN. De esta forma ganó la simpatía de buena parte de la población mexicana, que dedica no pocas mentadas al jurásico régimen tricolor así como al de bandera albiazul y ahora al encabezado por López Obrador.

En voz de su creador, Brozo es misógino, por lo que este tema no debería estar a discusión. Me sorprende poco que haya voces que defienden a ese personaje y a otros que recientemente han estado bajo escrutinio social por las mismas razones, como el afamado zorrillo francés Pepe Le Pew. La sociedad mexicana es misógina, machista, discriminadora, racista, violenta, por lo cual tiene sentido que haya quienes defiendan productos culturales que representen y promuevan estas conductas. 

Más sorprendente, sin embargo, e igualmente lamentable, es que muchas personas no reconozcan que varias de las caricaturas, telenovelas, canciones y personajes que disfrutaron en la infancia rebozan misoginia, discriminación y violencia, ¡vaya, ni siquiera lo notan! Esta situación nos deja en el entendido que, como sociedad, hemos sido incapaces de entender e identificar las conductas nocivas que violentan a personas por diversas razones. 

No soy partidario de la censura, aplicarla abre la puerta a que un órgano censor, social o peor aún, gubernamental, o de cualquier otro tipo, cancele contenidos en forma arbitraria por la razón que más convenga a sus intereses. Sin embargo, la libertad de crear productos culturales no impide identificar y señalar aquellos que incurren o incurrieron en representación y promoción de discriminación y violencia. 

Verbigracia, tenemos el caso de Disney, que en su nueva plataforma de streaming ya incluye mensajes de advertencia en películas que tienen expresiones principalmente racistas, como Dumbo o Peter Pan; lo mismo ocurre con la productora Warner Bros, casa de Pepe. De acuerdo con el portal CNN en Español, WarnerMedia utilizó este aviso en un antiguo comunicado de “Tom y Jerry”: 

“Las caricaturas que estás a punto de ver son productos de su tiempo. Pueden representar algunos de los prejuicios étnicos y raciales que eran comunes en la sociedad estadounidense. Estas representaciones eran incorrectas entonces y lo son hoy. Si bien estas caricaturas no representan la sociedad actual, se presentan como se crearon originalmente, porque hacer lo contrario sería lo mismo que afirmar estos prejuicios nunca existieron”. 

Estas caricaturas ahí están, no han sido canceladas, poco esfuerzo tienen que hacer las personas que quieran verlas de nuevo. Pero ahora son identificadas, como debe ser, por sus prácticas inadecuadas que no deberían perpetuarse sin siquiera hacer el señalamiento.

Brozo es misógino, no hay que perder esto de vista, aun cuando intenten soslayar sus conductas con las declaraciones que hicieron Isabel Madow e Ingrid Brans, quienes trabajaron con su creador y aseguran que Víctor Trujillo fue siempre respetuoso como compañero laboral, para lo que no hay motivo de sospecha; no obstante, su comportamiento personal no elimina la misoginia del personaje ni la promoción que hace de ella, pues esta característica del payaso nunca fue motivo de condena ni crítica alguna dentro del propio material del presentador. 
 
En su mensaje, Víctor Trujillo dijo que: “El problema, en esta circunstancia, no es la misoginia de un payaso, sino la intolerancia, la censura y la amenaza de intentar llevarnos hacia un pensamiento único”, pero aunque el origen de los reclamos a Brozo y su creador haya sido de carácter político, la misoginia es y siempre será un problema.

 

ACLARACIÓN                                                     
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *