El 6 de enero del 2021 ha sido uno de los días más caóticos en la historia de los Estados Unidos de Norteamérica. El asalto al Capitolio de Washington, edificio que alberga a las dos cámaras del Congreso de aquel país, ha dejado una gran mancha para la gobernabilidad del Estado más poderoso del orbe.

Un numeroso grupo de manifestantes, la mayoría, militantes de organizaciones ultraderechistas, irrumpieron en la sesión del Senado y la Cámara de los Representantes, donde se llevaría a cabo la certificación de la victoria electoral de Joe Biden.

Esta violenta invasión al Capitolio, dejó escenas dignas de alguna producción cinematográfica hollywoodense. Ha sido notable la presencia de un líder fanático.  Este, avanzaba sin obstáculos al interior del otrora impoluto inmueble. Ataviado con piel y cuernos de búfalo sobre su cabeza, la cara pintada; el torso desnudo, mostrando tatuajes; sosteniendo una bandera norteamericana. Maquillaje y vestuario de película.

Ese vistoso y violento personaje, es Jake Angeli, se hace llamar Q-Shaman. Se trata de un popular conspirador, quien promueve la teoría sobre la existencia de un grupo de poder mundial, formado por pedófilos y satánicos, que pretendían derrocar al presidente Trump. En la toma del Capitolio, este hombre y sus compinches, actuaron sin límites. Por instantes, pusieron en jaque a los cuerpos de defensa, que atestiguaban sus desmanes. 

Algunos analistas se apresuraban a reportar un intento de golpe de Estado. Nada más alejado de la realidad. La numerosa tropa de rijosos que impedía la sesión de las Cámaras, ha quedado lejos, muy lejos de siquiera un somero intento de golpe de Estado. El Diccionario panhispánico del español jurídico, de la Real Academia Española, define golpe de Estado: “Destitución repentina y sustitución por la fuerza u otros medios inconstitucionales de quien ostenta el poder político.” También otorga esta acepción: “Desmantelamiento de las instituciones constitucionales sin seguir el procedimiento establecido.”

Lo sucedido, me hace recordar algunas películas épicas. La caída del Imperio romano (The Fall of the Roman Empire); cinta de 1964, dirigida por Anthony Mann. La historia narra una cruenta disputa por el poder el Imperio y su autodestrucción. También recordé Quo Vadis, filme de 1951, dirigido por Mervyn LeRoy. Donde el emperador Nerón da la orden de incendiar Roma, para culpar y castigar a los cristianos.

Al final del día, después de los violentos sucesos, la sesión se pudo llevar a cabo. Joe Biden fue certificado como 46º presidente de Estados Unidos. El Imperio de nuestra era, muestra rasgos de un desequilibrio en el ejercicio del poder político.

ACLARACIÓN                                             
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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