Posiblemente aun suceda que para algunas personas la posibilidad de tener un empleo dependa del género o incluso de la orientación sexual. Tiempo ha pasado para que se vean a mujeres en ámbitos como la construcción o la ingeniería, por otra parte, a los hombres homosexuales se les atribuye una feminidad que en automático los incapacita de entrar a labores como cualquier otra persona de su género. Ser policía es un ejemplo de profesión en la que la carga simbólica incluye la valentía, fortaleza, fuerza y virilidad, algo que en el imaginario social no podría asociársele a un hombre que vive enamorado de otro, afortunadamente los tiempos cambian.
La Ciudad de México no deja de ser punta de lanza en inclusión, como fue el caso del nombramiento de Javier Berain como mando de la policía de la CDMX. El 9 de diciembre se realizó una ceremonia en la que Berain recibió su diploma como Mando habilitado de la Universidad de la Policía de CDMX, un evento que hace historia, pues se convierte en el primer mando abiertamente homosexual en ocupar un cargo público, sobre tomo tratándose de la policía capitalina.
Javier tiene a su mando a 800 elementos y actualmente tiene la tarea de modernizar el sistema de infracciones. También ha trabajado en la Agencia Digital de innovación Pública, la Secretaría de la Función Pública y la Procuraduría General de la República, por mencionar algunas instituciones en las cuales fue sumando la experiencia que le ha permitido obtener el cargo que ahora tiene.
La policía podría decirse que fue uno de los principales rivales (en ocasiones lo sigue siendo) de la comunidad LGBT+, el siglo pasado, no hace mucho realmente, la policía tenía como tarea detener a personas homosexuales, recordemos el ya mencionado Baile de los 41, el embrollo se dio porque la policía tenía dentro de sus estatutos el detener a personas como las que se encontraban en aquel baile. O como el caso de New York, en donde tras las contantes represiones de los policías a los visitantes del bar de Stone Wall, transexuales, gays y lesbianas los enfrentaron en junio de 1960 para marcar el inicio de la revolución de la diversidad sexual.
La historia de Javier Berain es ejemplo de lo que una persona puede lograr si se le quita la barrera de la discriminación, su cargo no fue dado por una cuota de inclusión, sino en respaldo a su capacidad, pero el hecho de poder alcanzar ese estatus sin necesidad de ocultar parte de su identidad es una celebración. No duden que hay otros funcionarios o políticos que también son homosexuales, la diferencia es que muchos deben aparentar una fachada heterosexual.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
