Hoy en día puedo ver claramente a dos grupos de personas, aquellos que han cambiado su vida de manera importante, que son más sensibles, que hablan e intentan aprender más de amor, de vida, de muerte y tiempo, que se adaptan a las circunstancias esperando lo mejor, pero que no dejan de hacer, crear o inventar nuevas formas para lograr un balance en su existir y el otro, que parece no entender la evolución, que finca sus sueños, su economía y su existir en un futuro, con la certeza de que mañana todo será como antes, están seguros que despertarán, que son inmunes,  (y no hablo solo en el tema de salud),  para este grupo el poder sigue estando en el dinero, en las influencias, en la rigidez, en las costumbres, en un aparente éxito, en la fuga del consumo y paliativos emocionales.

Una de las principales enseñanzas de estos tiempos es en definitiva la fragilidad de la vida, que todo puede cambiar de un momento a otro, que aquello por lo que muchas veces trabajamos sin parar con respecto a nuestro exterior puede desaparecer, si hablamos de algo material aún con mayor facilidad pues nuestro tesoro puede ser robado, destruido, derrumbado o perdido.

Se nos olvida que esa siempre ha sido la vida, un montón de enseñanzas que en ocasiones nos derrumban, una serie de pruebas  que pasamos solo después de un golpe de realidad, instantes mágicos,  momentos felices, rutinas de vez en cuando e incertidumbre, siempre hemos sabido que lo único seguro que tenemos es la muerte, que el trabajo, la pareja, la familia, las emociones desbordadas, y metas impuestas solo son la sal y pimienta que le da sabor,   tuvimos un descanso de muchas décadas en donde fuimos creando una falsa seguridad, una zona de confort y nos apegamos al manual escrito por nosotros de lo que aparentemente debe suceder.

En este tiempo presente solo estamos viviendo más de cerca, y recordando que estamos parados sobre un castillo de aire, se nos ha puesto la misma prueba una y otra vez, la humanidad ha vivido una serie de epidemias, en donde hemos tenido que reconstruir nuestra forma de vida, solo los que lo han entendido, evolucionado, o adaptado han subsistido, el resto ha desaparecido de la historia.

Sin embargo, con el paso del tiempo volvemos a caer en lo mismo, buscamos pretextos para seguir con conflictos, para poseer y dominar, para autodestruirnos, hasta que la prueba se tiene que volver a enfrentar, cada vez con mayor complejidad.

Hemos tenido que cambiar la forma de vida, nuestra organización, frenado conflictos, mejorado los medios de comunicación, hemos empleado recursos en investigación,  y no estoy hablando del momento actual,  todos estos cambios los ha hecho la humanidad en su momento para enfrentar las epidemias pasadas, y hoy nos suena conocido porque estamos haciendo lo mismo, con un poco más de avances tecnológicos,  estamos enfrentando el reto  de asumir de manera responsable el cambio que nos toca generar, preparando una respuesta adecuada,  mejor que las históricas, aprendiendo del pasado, más duradera y sobre todo creativa  e inteligente para no propiciar  los grandes problemas que acarreamos y seguro tendremos si  nuestra respuesta es mal pensada.

ACLARACIÓN                                             
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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