¿Cuántas veces nos hemos sentido decepcionados por una traición? Esta puede venir de cualquier persona, incluso de aquellas que dicen amarnos.
Nos parecen injustas algunas cosas que la gente nos hace y nos causan enojo. Este se divide en dos partes: enojo con el otro y enojo con uno mismo.
El primero requiere un proceso, incluso se necesita distancia. El que va con uno mismo tiene pronta solución: poner límites a los demás a partir de este momento, dicen que la primera traición de una persona contra nosotros es culpa de ella, pero la segunda vez es nuestra responsabilidad por no aprender de la experiencia.
No todos merecen lo mejor de nosotros y nadie puede condicionarnos nada en esta vida. Es necesario comprender que no somos limosneros de afecto y compañía, sino merecedores de lo mejor como seres totalmente libres.
Aprende a rodearte de personas positivas, aunque eso no te salva de una deslealtad, pues finalmente nadie tiene la obligación de ser recíproco, cada quien ofrece lo que quiere dar.
Lo mejor es la lección que podemos tomar de cada experiencia. Hay que ser precavidos. No le cuentes todo sobre ti a todos, no es necesario, recuerda que la información es poder y muchas veces nuestras conversaciones y hasta confidencias pueden causar reacciones que no esperamos, como envidia o risa.
Te recomiendo hacer un ejercicio de escritura. Lleva un diario en el que puedas expresar todo lo que sientes, lo que piensas, hazlo tu mejor amigo, el diario no te traicionará.
Recuerda que no todas las personas son iguales. Conócelas más tiempo, dicen que una verdadera relación se hace sólida hasta que pasen siete años, aún así reserva cosas solo para ti.
Recuerda que la deslealtad no es el fin del mundo, más bien nos invita a cuidarnos mejor, nos alerta y enseña, incluso nos invita a ponernos las pilas y ser una mejor versión de nosotros mismos.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
