Un monólogo dramático, es decir, la interpretación  que ejecuta un actor en un escenario teatral, es una de las más duras pruebas profesionales a las que se enfrenta un histrión. Es complejo sostener la coherencia narrativa de una historia en un solo personaje.

Son memorables los monólogos que han legado algunos dramaturgos. Por ejemplo: El diario de un loco, autoría del ruso Nicolai Gogol; es un cuento publicado por vez primera en 1835, que el mismo autor adaptó para el teatro. El personaje Aksentei Ivanovich es, quien a través de su diario, con un esquizofrénico relato, muestra su descomposición mental y humana, en este magistral monólogo.

Para ejecutar un monólogo en el teatro se requiere, por parte del intérprete, el dominio de técnica actoral; aquí destacan habilidades como: la expresión facial, el lenguaje corporal; uso correcto de la voz y su volumen; solo por mencionar los elementos más notorios del actor en un monólogo dramático.

En el cine, algunos guionistas y directores, nos han demostrado que también es posible recargar todo el peso de un relato sobre un solo personaje. Las producciones cinematográficas de Hollywood, históricamente, han apostado más al desarrollo de las one actor movies o películas de un solo actor.

Desde luego, en este tipo de relatos cinematográficos también se requiere de una gran capacidad actoral por parte del intérprete; aunque es completamente diferente al planteamiento teatral. En el teatro el actor ejecuta de forma continua y de orden, de principio a fin; en el cine la ejecución del actor es secuenciada, fragmentada y los factores de principio y fin de la obra son variables.

Como referencia de este tipo de películas, ubico a Naúfrago (Cast Away), escrita por William Broyles Jr., y dirigida por el extraordinario Robert Zemeckis; protagonizada por Tom Hanks; estrenada en el año 2000. Recuerdo que cuando la vi por vez primera, me maravillé por los largos espacios del filme en silencio, viendo la historia contada solo por la acción del personaje. Recuerdo cintas como: The Human Voice, protagonizada por Ingrid Bergam; All is Lost, con Robert Redford como único personaje, o 127 horas, con James Franco.

Hace unas semanas, por fin pude ver una película de República Dominicana, titulada El clóset, es un relato cinematográfico de un solo actor. Escrita y dirigida por Miguel Vásquez, protagonizada por un viejo conocido de la televisión mexicana, el actor dominicano Anthony Álvarez, quien, con su interpretación del Padre Joseph en esta historia, se consagra como un histrión. El clóset, es una arriesgada apuesta cinematográfica, bien lograda, con una extraordinaria ejecución actoral de Anthony Álvarez.

Es digno de aplaudir que la gente del cine latinoamericano tome riesgos creativos y técnicos. Aplaudo a los dominicanos Miguel Vásquez y Anthony Álvarez por ir más allá de los convencionalismos y tradicionalismos de los autores latinos. Estoy seguro que el público también agradece ver propuestas diferentes e inteligentes en nuestro cine, el cine hecho por latinos.

ACLARACIÓN                                            
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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