Es el 03 de septiembre de 2020 y observo el partido entre España y Alemania correspondiente a la fase de grupos de la Nations League, el narrador del encuentro menciona el año 2008, evoca la final de la Eurocopa entre estas dos selecciones y destaca a Sergio Ramos como único sobreviviente de aquella gesta ibérica. Pocos lo recuerdan, pero los inicios del capitán madridista en aquella selección que marcaría época fueron en la lateral derecha.

Andrés Iniesta en una entrevista para el periódico El País llamó a aquél año como “el punto de partida”. Fue en aquella Eurocopa cuando la idiosincrasia del futbol español comenzó a cambiar, y fue un viejo con cara de ogro al que muchos le llamarían “el sabio” quien fijó las bases que llevarían a la Roja a cuatro años llenos de gloria. Aquél entrenador era el inolvidable Luis Aragonés.

 El día de hoy mis queridos lectores les escribo sobre aquella selección campeona y sobre todo recomiendo “Luis, el sabio del éxito”, que pueden encontrar en la plataforma de Amazon Prime.

Este documental nos sitúa en las concentraciones que tuvo el combinado español durante la Euro 2008 en la que se proclamarían campeones, y nos da una mirada más íntima a lo que fue la construcción del equipo precursor del “Tiki-taka” que los haría ganar el Mundial 2010 y la Eurocopa 2012.

Ahí, también podemos encontrar a unos jovencísimos Xavi Hernández, Adrés Iniesta y Carles Puyol, piezas clave y motores del equipo en los tres sectores del campo, pues no olvidemos que Iniesta, antes de ser el interior legendario que fue en el Barcelona, comenzó jugando como un extremo por ambas bandas.

El camino había sido largo, España llevaba más de cuatro décadas sin ganar un título y durante el año previo Aragonés fue duramente criticado por echar progresivamente a las vacas sagradas de la selección, siendo el momento más polémico de su gestión la no convocatoria de Raúl Gonzáles (quien era líder indiscutible del Real Madrid) para la Euro.  

 
 
 

 
 
 
 
 

 
 

 
 
 

#raulgonzalez in #worldcup 2002 Korea-Japan…..

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Pero Luis, quien había llegado en el 2004 al banquillo, sabía que toda una generación venía empujando fuerte, así que con la seguridad que le caracterizaba decidió darle la capitanía a un veinteañero Iker Casillas (que no la soltaría hasta su retiro) y respetar el proceso de jugadores que habían ganado todos los títulos de las categorías inferiores, dándole oportunidad (además de a los barcelonistas) a David Silva, Fernando Torres, David Villa y el poco recordado Marcos Senna, quien fue el primer brasileño nacionalizado en jugar para España.

De esta manera, “el Sabio” decidió jugar con un 4-4-2 que rápidamente se convertiría en un 4-2-3-1, teniendo a Casillas en la portería, Sergio Ramos por la lateral derecha, Puyol y Marchena en la central, Capdevila por la lateral izquierda, un doble pivote con Xavi Hernández como el gestor del juego y Marcos Senna como el destructor y puente entre la defensa y el mediocampo, como extremos estaban David Silva y Andrés Iniesta ocupando indistintamente cualquier banda y en la delantera estaban Fernando Torres y David Villa, éste último bajando más a la altura de un enganche, lugar que ocupaba Cesc Fábregas cuando el ex naranjero no estaba.

Además del sobrado talento del equipo y sus habilidades tácticas, Aragonés depositó su fe en cada uno de sus jugadores, los dotó de confianza, les inyectó autoestima y fue él el primero en ponerles la etiqueta de grandeza, les vendió la idea del éxito y sus pupilos la compraron a ojos cerrados.

Diego Torres, periodista de El País, señaló en uno de sus artículos que al principio Aragonés no encontraba el estilo para su selección y fue Xavi Hernández quien de a poco logró meter en la cabeza del entrenador que tenía a los jugadores para hacer un juego mucho más posicional que al que estaban acostumbrados. La humildad de escuchar a su alumno más avanzado le abrió al viejo ogro el camino hacia la copa.

Fue aquél equipo, aquél gol del “Niño” Torres en la final y sobre todo aquella victoria frente a la Italia campeona del mundo en los cuartos de final lo que forjó y conformó la mentalidad y la idea que se iría puliendo hasta llegar al 4-3-3 que nos enamoró en Sudáfrica 2010.

De aquella idea solo quedan vestigios. Está un Sergio Busquets ya cansado, un Thiago Alcántara que algo aprendió de sus maestros y nada más. Hoy la selección española juega a otra cosa, y solo queda el recuerdo de un viejo sabio con voz ronca e imponente que un día decidió creer en un puñado de chicos con talento que le darían a España la máxima gloria deportiva.

ACLARACIÓN                                             
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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