En esta época de contingencia sanitaria han salido a flote y al por mayor charlatanes que ofrecen todo tipo de servicios, cursos, soluciones, productos y un sinfín de ofertas. Entonces, encuentro la cita ideal en Mateo 7,15: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.”

Gente que carece de ética y sin escrúpulos; gente que presume tener conocimientos profundos sobre algún tema en particular, pero en realidad no los tiene; gente que se jacta de dominar algún oficio, y no dominan más que la mentira; gente que anuncia pericia o habilidad superlativa, siendo sus únicas habilidades las del embuste.

También observo una amplia falta de criterio en quienes confían en los falsos profetas de nuestro tiempo. En pleno siglo XXI, otorgar crédito absoluto a los dichos de alguien es absurdo. He visto a individuos ofrecer cursos o talleres de alguna especialidad cinematográfica, sujetos sin trayectoria, con obra mínima y de manufactura casera. Esto no me sorprende, los charlatanes siempre buscan algún incauto. Lo que me sorprende es que existan incautos que crean en estos rapaces sujetos.

En los últimos años, he visto, por lo menos en nuestro país, un aumento considerable de “cineastas”, curiosamente, la gran mayoría de estos nuevos cineastas carece de obra, carece de formación, ya sea académica o autodidacta. Tal parece que un rasgo característico de los falsos profetas, de los charlatanes, es tener un gran problema de ego, el cual atenúan buscando ser reconocidos por algo, en el cine, al parecer algunos de estos, han encontrado un nicho.

Estos impostores cautivan con la lástima, suelen jugar un papel de víctimas, de arruinados en busca de solvencia. Hoy, mucha gente promete, a cambio de una suma monetaria, proporcionar conocimientos cinematográficos, promete desarrollar algún proyecto fílmico, prometen, solo eso. Difícilmente  cumplen, difícilmente logran cometidos eficazmente.

Estos oscuros seres que buscan luces sobre sí, debieran caminar por el eterno camino del conocimiento, lleno de luz. No se aprende a escribir guion en doce horas, ni en un curso de un mes a través de alguna red social. No  es “cineasta” por contar con la hechura de algún video corto o largo. No es lo que presume, si no lo sustenta con hechos, obras, trayectoria. A la gente que se encarga de impulsar proyectos y talentos, en el campo cultural y cinematográfico, les sugiero amplíen el criterio, sugiero también se apliquen parámetros profesionales para detectar a tanto charlatán. A cuidarse de los simuladores carismáticos.

 

ACLARACIÓN                                    
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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