Algo que me gusta de escribir son los comentarios que recibo; la mayoría, positivos; otros, no tanto. Todos los agradezco porque, además de que son valiosos, son muestra de nuestra libertad de expresión y pluralidad.
La semana pasada hubo uno que me llamó la atención; la persona que me escribió señaló, entre otras cosas, que debería de dejar de escribir “mensajes ominosos”. Y ese comentario me dejó pensando varias cosas.
Primero, reconozco que esa persona tenía razón: la columna es negativa y contraria a mi optimismo. Esa fue la segunda cosa que pensé, que el texto no reflejaba mi personalidad, sino el momento que vivimos.
Eso me llevó a considerar que, quizás, estoy exagerando; que las cosas no son tan malas como muchos las vemos; y tal vez debería de dejar por la paz asuntos como la pandemia, la crisis económica, o la inseguridad, y concentrarme en lo que es más importante: cómo puedo contribuir a mejorar el futuro.
Para ello porque me gusta hablar con datos, aunque sean otros me puse a investigar cómo andan las cosas a nivel mundial. Y con el perdón de esta persona que considera que soy ominoso (y de todos aquellos que quisieran leer que todo está a toda madre), esto fue lo que encontré:
Lo primero para tener bienestar, es tener salud. Pues bien, tan solo en los últimos seis días, a nivel global se contagiaron de covid-19 más de un millón de personas; en promedio, 200 mil diarias.
Esto lo dice la OMS, que esta semana expresó su preocupación por la forma en la que muchos países conducen la pandemia, lo que ha acelerado los contagios, y a que en algunos casos hayan regresado las cuarentenas regionales y la suspensión de actividades.
La lista de países con nuevos confinamientos es extensa. Incluye a naciones que en algún momento contuvieron la crisis, como Alemania, Australia, China, Corea del Sur, Costa Rica y España; y a países en los que la pandemia está fuera de control, como Colombia, Estados Unidos, India y Sudáfrica.
Para tener salud también es necesaria una buena alimentación. Quiero decirles, con perdón, que ese derecho humano no se está cumpliendo.
A principios de esta semana, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la FAO, publicó el reporte “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, donde se informa que, el año pasado, 690 millones de personas padecieron hambre, y que este año, a consecuencia de la pandemia, esa cantidad podría llegar a los 830 millones. En América Latina, casi 48 millones de personas, el 7.4 por ciento de la población, sufre hambre.
Hablemos de educación, otro derecho humano fundamental, indispensable para el crecimiento. De acuerdo con la UNESCO, durante abril mil 600 millones de niños, casi el 90 por ciento de la población escolar del mundo, dejaron de estudiar simultáneamente, y su regreso a la escuela ha sido muy complejo, principalmente con clases en línea, lo que ha ampliado las brechas de desigualdad por acceso a Internet.
Como consecuencia de esta interrupción educativa generalizada, que es la primera en la historia, la Organización No Gubernamental “Save the Children” publicó esta semana datos que considero, con perdón, ominosos.
Ellos estiman que, globalmente, hasta 120 millones de niños van a caer en pobreza y, de ellos, 10 millones de nunca van a poder regresar a un salón de clases dado que tendrán que trabajar; además, advierte que el siguiente año, los sistemas educativos del mundo perderán 77 mil millones de dólares en presupuestos que deberán destinarse al combate de la pandemia.
Las proyecciones económicas globales ya las he mencionado anteriormente, y son& ominosas. Pero les dejo un dato nuevo: durante el segundo trimestre del año, la economía de Singapur cayo ¡41 por ciento! Y eso que Singapur es de los países que han enfrentado medianamente bien la crisis.
Ayer, el gran Pepe Mujica, expresidente de Uruguay y una de las voces más claras y respetadas del mundo, lo dijo: la pandemia pasará, pero dejará un mundo más pobre. Les dejo la liga del video (https://p.dw.com/p/3fKSs). Confío que los iracundos de siempre tendrán el buen gusto de no desacreditarlo.
Yo no soy Mujica, pero el fin de semana también hice mi video (hagan click aquí si quieren verlo) donde a mis lectores les pido una sola cosa: no se enojen conmigo, solo soy el mensajero. Alguien tiene que decir estas cosas, y más allá de ideologías, gobiernos y liderazgos, no hay un solo país del mundo que hoy esté bien. Las diferencias, como siempre, son de grado.
Aunque no nos guste, vivimos tiempos ominosos. Aceptémoslo, porque la mejor manera de resolver un problema, es reconociéndolo. Y no tenemos uno. Tenemos muchos.
