Como seres humanos muchas veces evadimos el caos, el dolor, el miedo, la incertidumbre, y es comprensible, el caos nos rompe el sentimiento de seguridad, de comodidad, por ello creamos tantos paliativos, por eso nos volvemos polarizados, radicales, a lo que de alguna u otra forma nos hace sentir bien.

Sin embargo, la seguridad de hacer ciertas cosas, de seguir ciertos patrones, de cumplir con lineamientos se ha convertido en incertidumbre en estos momentos, resulta que la vida organizada como la conocíamos hoy ha cedido ante las circunstancias.

Muchos al encontrar esa zona segura deciden no moverse, quedando y estancándose en algo que muy probablemente funciona por algún tiempo solamente, incluso lo que más deseas puede convertirse en algo que detestas, el problema de impedir que las cosas pasen es que dejan de pasar, y entonces no hay evolución, no hay crecimiento y te ves derrotado.

La fragilidad a la que hemos estado expuestos en los últimos meses, ha dejado ver lo falible de nuestra forma de vida, exponiéndonos de manera abrupta a todo aquello que debemos trabajar, aprender, reconciliar, recordemos que todo aquello que nos mueve es por algo, aquello que sentimos y pensamos es por algo, siempre habrá un antecedente, un trauma, un instinto, una emoción, incluso una alerta.

Hemos crecido con la idea del control buscamos que las cosas salgan perfectas, que nos veamos bien, la idea de ser admirados, queridos, es la parte del ego aspiracional de todos, y claro que tiene una lógica muy evidente, nos educaron controlando nuestros instintos, nuestras ganas, nuestros deseos y emociones, nos educaron para vivir de acuerdo a lo que se espera de nosotros, y entonces crecemos llenando expectativas ajenas, controlando todo a nuestro paso.

La mayor parte de sentimientos negativos vienen de aquí, la frustración no es otra cosa que la imposibilidad de modificar algo a nuestra manera, es la pérdida de control, el miedo es la derrota de nosotros mismos, el triunfo de una mente caótica guardada como olla de presión a punto de explotar, los celos, la envidia, la ansiedad, el remordimiento, la culpabilidad, la furia, no son otra cosa que manifestaciones de nuestro ser a alguna expectativa, a una falta de control.

El mundo que nos rodea no se puede controlar, a veces solo debemos hacer una pausa, respirar, relajarse, ser permisivo a tomarte un descanso, y posteriormente analizar porqué se siente lo que se siente, porqué se deja que los pensamientos den vueltas sin parar, porqué nos invade esa emoción, porqué independientemente de la inteligencia, la educación, las creencias o la cultura, en ocasiones parecemos montañas rusas de emociones.

Todo cambia, lo que funciona hoy puede ser que mañana sea nuestra peor ancla, lo que funciona para mí puede que no funcione para los demás, el caos es esa llamada de atención que nos dice que debemos cambiar el rumbo, pero sin olvidar que no pasa nada si nos equivocamos, somos imperfectos, podemos creer hoy algo y vivirlo, experimentarlo y darnos cuenta que no es así, podemos regarla y está bien, perdónate, ríe, agradece  y sigue tu camino, si de control hablamos entonces domina  tu mente de pensamientos huracanados, controla solo lo que puedes controlar, admite que el resto no depende de ti  

ACLARACIÓN                                
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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