En los tiempos del coronavirus, Don Chencho es un ganadero de Huichapan que recorre los municipios del Valle del Mezquital para comprar vacas y toros al mejor precio.
Con sombrero viejo, pero que aún lo protege del sol, camisa azul a cuadros que por lo regular usa abierta y pantalón de mezclilla desgastado, este hombre es de carácter franco y abierto en los tratos con los campesinos y pastores que venden, después de años de cuidarlos, sus animales. Siempre paga lo justo, dice.
En su camioneta de redilas, una estructura de metal que parece deshacerse y, en cambio, soporta el peso de grandes sementales bravos, con recias manos al volante don Chencho dice que actualmente no es negocio la venta de animales.
Entonces el precio justo viene precedido de dificultades bien canijas, apunta con su sabiduría forjada en lo cotidiano. Que las vacas flacas no valen lo de antes, que la pastura de engorda cada día más cara y, recientemente, lo preocupante, las ventas disminuyeron.
Con su lógica, explica una cadena del valor típica del campo: deja de ser negocio el sacrificio de animales porque en los mercados, como sucede en Ixmiquilpan, disminuye la venta de carne roja, por lo que los campesinos no logran vender sus animales para sobrevivir y si lo hacen, es por precios muy por debajo del costo real.
Eso aplica para la venta de alfalfa, maíz, chile, tomate, además de gallinas, ganado porcino y ovino en el Valle del Mezquital, dice.
Durante los meses de confinamiento por el COVID-19, Hidalgo perdió 10 mil empleos formales, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), aunque esa tendencia afecta en mayor medida a los trabajos informales, donde está incluido Don Chencho, de los cuales no hay registro oficial.
Hidalgo se adentra a una crisis, arrastrada desde años anteriores, cuyos efectos se agravan, luego de cuatro meses de confinamiento con la pérdida del poder adquisitivo de la población, incremento del desempleo y, a la par, aumento de los niveles de inseguridad. Panorama que, muy probablemente, rebasará a las autoridades.
Lo que viene requiere de la fortaleza e ingenio de una sociedad, de por si cansada de la parálisis social y económica, para que las consecuencias sean superadas tanto en el campo como en la ciudad. El trabajo íntegro de cada habitante, insistir que el siguiente día será mejor al anterior, será el motor para superar una tormenta que parece no tener fin y ataca desde varios francos.
Don Chencho, que no usa cubrebocas, se mantiene escéptico ante el coronavirus, pero si observa los efectos de una pandemia que tan solo ayer provocó 557 defunciones en el estado: negocios cerrados, el dinero que no fluye, plazas acordonadas y las multas que aplica la policía en caso de circular en un día que no corresponde a la placa.
Con más de 50 años, una vida entre milpas de riego y temporal, los hijos que se fueron a Estados Unidos para mandar dinero y aquellos hombres que decidieron quedarse y se convirtieron en viejos sobre una costra de tierra donde no crece nada, Don Chencho espera, escéptico, la nueva normalidad.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
