Durante su conferencia de prensa del pasado martes, el presidente presentó un documento supuestamente realizado en conjunto por partidos, empresarios, líderes de comunicación y medios, con el propósito de sumar esfuerzos, presentar una estrategia electoral conjunta, quitarle la mayoría parlamentaria a Morena el siguiente año y revocar el mandato presidencial en 2022.
Como era de esperarse, el documento, despertó una serie de reacciones, y quienes son mencionados en el mismo se deslindaron, lo que pone en duda la autenticidad de su autoría y contenido.
Lo que debe de llamarnos la atención es lo siguiente. Este documento describe la visión de un grupo de actores relevantes, que buscan recuperar el poder por medio de las urnas, valiéndose para ello de los medios que tienen a su alcance: alianzas y difusión de información.
Hasta donde sabemos, México vive un régimen democrático, en el cual las alianzas entre partidos políticos forman parte de un derecho constitucional, como lo es el derecho a la libre asociación, y en consecuencia están reguladas por las leyes electorales. SI los partidos deciden aliarse para enfrentar al presidente y a su partido, están en su derecho y lo hacen con base en la ley.
Asimismo, la relación entre medios de comunicación y partidos políticos, si bien no está regulada, y es muy compleja, también es una realidad. Lo normal en una democracia sana es que los medios, como entes de interés público, defiendan posturas con base en sus principios y línea editorial. Cuando lo hacen con calidad informativa y ética periodística, fortalecen el debate público.
Por mencionar algunos ejemplos, el New York Times es un referente del liberalismo norteamericano; los diarios londinenses The Guardian y The Daily Telegraph representan a la izquierda y a la derecha británica, respectivamente; y El País, uno de los diarios más prestigiosos del mundo, jamás ha ocultado su preferencia por el Partido Socialista Obrero Español. En sentido opuesto, medios que difunden información falsa, como el bastión del trumpismo Fox News, son ejemplo del periodismo tendencioso y manipulador que daña a las instituciones democráticas.
Tampoco debe escandalizarnos la participación de los empresarios en la competencia electoral. Son ciudadanos cuyos derechos políticos y libertad de expresión están garantizados por la Constitución.
Suponiendo, sin conceder, que esta alianza exista, no estaría exenta de cuestionamientos. ¿Se justifica la unión entre partidos que representan ideologías distintas con el único propósito de ganar una elección? ¿Cuál es el valor informativo de la postura de un medio de comunicación o de un líder de opinión? ¿Hasta dónde es legítimo que los empresarios, por todo lo que representan, participen como impulsores de un movimiento político?
Sin embargo, estas preguntas serían válidas en un régimen político distinto al que hoy tiene México. Hoy, resultan irrelevante porque falsa o verdadera, esta revelación confirma la postura sin matices del presidente: o estás conmigo, o estás contra mí. Un radicalismo excluyente que inhibe la participación y cancela la posibilidad de diálogo.
La importancia del hecho no radica en la presentación del documento, sino en la reacción del presidente y sus seguidores ante el mismo: se trata de un complot para derrocarnos.
Para quienes aún pensamos que la democracia es la mejor forma de gobierno, lo que entendemos es que si no estamos de acuerdo con algo podemos decirlo, podemos organizarnos para expresar nuestro punto de vista, y podemos participar en una elección para cambiar las cosas.
De existir, el dichoso Bloque Opositor es resultado de esta visión: una organización formada con base en normas, leyes y mecanismos institucionales que regulan la participación político-electoral. No hay complot, no hay nada fuera de la ley; solo hay democracia. Si existe, se trata de un grupo de personas haciendo lo que la constitución les permite hacer: expresarse y actuar.
Llevando el argumento al extremo, si el INE y el TEPJF participan en el BOA, son instituciones integradas por ciudadanos con derecho de expresarse y participar políticamente. Un argumento polémico, pero no carente de validez. Aunque antes de eso, yo me preguntaría si los autores de este plan maestro fueron tan tontos como para mencionar a ambas instituciones en su proyecto.
No olvidemos que la democracia se sustenta en una lógica constitucional que a México le ha tomado décadas construir, y gracias a la cual AMLO no solo ganó, sino que llegó a la presidencia: denunciando durante 30 años todo lo que no le parecía, sin que se atentara contra sus derechos de libre asociación y participación política, ni contra su libertad de expresión.
Hoy, tal parece que el mayor beneficiario de la lucha democrática en México solo nos reconoce el derecho a asentir. Y la verdad eso sí calienta porque antes de que llegara, por lo menos existía el derecho a no aplaudir.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
