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Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”

Abraham Lincoln

El actual gobierno ha cumplido ya, 17 meses, se aproxima al año y medio de vida, y como todas las administraciones, con aciertos y desaciertos; llamando especialmente la atención los sectores de salud y la economía por la pandemia que vivimos y las consecuencias que trae consigo.

Seguramente pocos recuerdan, por el gran bombardeo de noticias diarias que muchos nos han acostumbrado, a través de redes sociales, medios electrónicos, impresos, televisivos, radiofónicos, etcétera, lo que ocurrió, en materia de salud, a inicios del gobierno de Andrés Manuel López, antes inclusive de que desapareciera el Seguro Popular y diera paso al mal logrado INSABI.

Los pacientes de todos los sectores de salud (centros de salud, clínicas y hospitales generales, del Seguro Social y del ISSSTE) y sus familiares, acusaron la falta grave de medicamentos básicos, de la negativa de los centros hospitalarios para surtir las recetas, que hasta antes de la llegada de este gobierno, se surtían con relativa regularidad.

Ante las críticas y acusaciones de un sector importante de la población, salió al paso de las declaraciones y en un tono de molestia y reto, el hasta entonces desconocido (para la generalidad de la población) Hugo López Gattel, quién con espada desenvainada, llamó mentirosos a miles de pacientes que se quejaban, cambiando su discurso y comentando que los medicamentos existían, pero eran los médicos, enfermeras y directores de Hospitales, quienes lo negaban.

En esa época, un servidor escribió un artículo en AM Hidalgo, en el cual realicé una crítica al servidor público en cita, pues fui abogado del Colegio Médico de Hidalgo que aglutina a más de 1,500 galenos, muchos de ellos trabajadores del sector salud y me consta, por la defensa de varios casos realizados, cómo funciona el sector salud y afirmé que el funcionario mentía.

Nadie hizo eco a las palabras del Subsecretario de Salud y al final salió el Presidente de la República al paso, comprometiendo compras consolidadas de medicamentos y acusando, a su puro estilo, a quienes acusaban de falta de medicamentos, de fifís conservadores, confabuladores en contra de su gobierno.

Con la inteligencia y astucia política que le caracteriza al Presidente López, siempre tenía un as bajo la manga para desviar la atención pública, igual que hoy lo intenta hacer con la solicitud que podría realizar a Donald Trump, para que ofrezca una disculpa a México por la introducción ilegal de armamento hace doce años, cuando la crisis económica de nuestra nación es la peor en la historia moderna y el gobierno ha sido incapaz de establecer un plan efectivo y realista para afrontarla.  

Así, pasaron los meses y desde diciembre comenzaron las noticias de que aparecía una enfermedad (COVID 19), causada por un nuevo virus, que en semanas se fue extendiendo por el mundo.

A raíz de esta enfermedad y el crecimiento de contagios, apareció en la palestra nacional, un personaje con alta dosis de seriedad, con un excelente discurso técnico y con aparente conocimiento exhaustivo del tema de la salud pública; sí, era el mismo Subsecretario que meses atrás, sin recato alguno había acusado a personal médico, enfermeras y directivos de hospitales de “esconder los medicamentos”.

Aún sin olvidar sus lamentables declaraciones ya citadas, un servidor, al igual que miles de mexicanos, prestamos, con respeto y seriedad, la atención a la información que López Gattel nos presentaba.

Sin mucha información en el mundo, por ser un virus con características nuevas, el Gobierno Federal tuvo el tino de establecer conferencias informativas desde el principio, sin embargo, pareciera que nadie le explicaba al Presidente López, las implicaciones que en la salud traería la pandemia, sino solo las económicas.

Desde la opinión de un servidor, en un inicio, el Presidente actuó de manera correcta, pues no podía ni debía paralizar la economía, sin que el virus llegara a México, pero los errores, la falta de cuidado y asesoría, convirtió una buena estrategia en una pesadilla, pues relajó los cuidados y filtros sanitarios en aeropuertos, puertos y puntos de gran intercambio comercial y turístico, permitiendo, sin ningún cuidado, el ingreso de personas, que a la postre, enfermarían a muchos más, para iniciar lo que hoy amargamente vivimos.

López Gattel, de quien se dice, ya había colaborado con gobiernos anteriores y había sido relegado por su incapacidad en las responsabilidades, ante la aparición del H1N1 en el año 2009, se mostraba como una persona madura, con pleno conocimiento y con una seriedad que era la que requeríamos los mexicanos para tener una guía ante lo que ya veíamos se avecinaba.

Todo iba caminando relativamente bien en el discurso del Subsecretario, hasta que, quizá por necesidad de cubrir las declaraciones del jefe supremo del ejecutivo federal, o quizá por un protagonismo político, hasta entonces bien ganado, comenzaron las declaraciones contradictorias e incongruentes.

Inició justificando la irresponsabilidad presidencial, en el sentido de que a pesar de que él mismo había conminado a un distanciamiento social preventivo, el Presidente besaba y abrazaba niños, saludaba de mano a miles de personas y declaraba que el Coronavirus no era un riesgo real ni inminente para México, y ante las críticas justificadas de diversos especialistas y medios de comunicación, comenzó con los dislates y errores, al afirmar que la fuerza del Presidente era moral y no de contagio, como si Andrés Manuel no pudiera ser un foco de contagio, en caso de enfermar.

Después vino la necesidad de informar, con números reales a la población, lo que despertó suspicacias desde un inicio, pues resultó que en México, por entidad federativa NO habían pruebas suficientes, para conocer si una persona con síntomas tenía o no contagio, tardando de manera exagerada el ingreso de pruebas, al grado que al día de hoy seguimos siendo uno de los países que menor número de pruebas aplica por cada 10,000 habitantes (apenas el 0.4).

Los números empezaron a fluir, pero ante la falta de un liderazgo nacional, los gobernadores de los estados tomaron las riendas de las acciones de salud y económicas, apareciendo cifras y discursos que lejos de coincidir con las que daba el Subsecretario, alarmaban a los habitantes de cada lugar, el Subsecretario, crecía mientras tanto, en imagen pública, apareciendo en revistas de altas esferas sociales y de las que vulgarmente les llamamos del “corazón”.

En pocas semanas, la estrategia de un servidor público acusante y agresivo, se había convertido en el “crush” nacional de muchas mujeres y en una persona de alta confiabilidad para muchos de nosotros.

La popularidad comenzó a surtir sus efectos y el gobierno federal y grupos de interés, comenzaron una campaña estratégica de empoderamiento de López Gattel, ante la caída de la imagen presidencial, ésta recibiría un nuevo golpe, pues iniciaron cifras alarmantes de “Neumonías Atípicas” por cientos, que al inicio el subsecretario negó, para después recular una vez más y comentar que “había que analizar sí la causa era el COVID y al final, declarar que toda muerte por esta causa, sería considerada como Coronavirus, “hasta que no se demostrara lo contrario”.

Las cifras seguían fluyendo y no coincidían con lo que anunciaba un día y al otro, terminando por acusar a los servicios de salud de cada estado, porque “ellos eran los que proporcionaban las cifras”, cuando esto es relativamente cierto, pero mayormente falso, en virtud de que es el gobierno federal a través del InDRE (Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica), es quien confirma los casos de contagio, a través de las pruebas respectivas.

Entonces, incluyó en su discurso, la estrategia “Centinela”, mediante la cual podía multiplicarse, según su dicho, por 8, el número de contagios para darse una idea, discurso que manejó por semanas, hasta que matemáticos de la UNAM y especialista en epidemiología lo desmintieron de nueva cuenta, al comentar que el Centinela solo sirve para diagnóstico temprano al inicio de la pandemia, más no para calcular así, todo el tiempo, el número de casos. 

 

Ante la escasees de insumos de protección, como lo son los cubre bocas y mascarillas N95, nos dijo que NO servía el uso de los mismos, salvo para los enfermos, de nueva cuenta la Organización Mundial de la Salud y especialistas médicos lo desmintieron, obligando al Subsecretario a recular en su discurso.

La gota que derramó el vaso, fue que apenas el pasado día viernes y de manera casi simultánea en medios, que NO dependen de la prensa nacional ni los grupos de poder mexicanos, es decir en medios como New York Times, que se ha caracterizado por atacar a Trump, exponiendo sus mentiras, The Wall Street Journal, el diario español El País y The Washingnton Post, todos estos medios gozan de gran credibilidad mundial, acusaron de mentiroso a López Gattel.

En defensa del Subsecretario y que él mismo argumentó, es que “resulta demasiada coincidencia el que 4 medios de cobertura occidental internacional, expusieran casi al unísono la misma nota, en su contra”, los argumentos que utilizan los jornalistas, coinciden en mucho con lo que han expresado matemáticos y epidemiólogos que NI son políticos NI fifís NI conservadores, sino solo investigadores prestigiados, académicos y profesionistas sin ningún interés, más que el de dar luz en estos temas a la gente.

Hoy, quiero creer en Hugo López Gattel, no solo por su imagen pública, la seguridad con la que se presenta o la ropa que usa, sino porque México necesita de un guía veraz y real ante una pandemia que nos consume, no solo en la salud, sino en la economía, que día a día pierde miles de empleos y que nos pone ante una apocalipsis monetaria como nunca antes vista por quienes tenemos menos de 80 años de vida, pero ante tantas contradicciones& ¿Tú le crees?

Por hoy me despido, esperando tus comentarios.

Hasta la próxima.

ACLARACIÓN              
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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