En los últimos días escucho y leo a un número importante de personas, quejarse del confinamiento, mal llamado cuarentena. Y sí, es un confinamiento y además es voluntario. La cuarentena es un término médico que define el aislamiento por tiempo indefinido de uno o más individuos aquejados por algún mal, con objeto de evitar la propagación de ese mal. El confinamiento, en algunos casos se da por instrucción y decreto gubernamental. En México, el hecho de confinarse ha sido solo una recomendación que la ciudadanía debiere acatar.
El cumplir con el confinamiento es un privilegio para minorías. El grueso de la población de este país cumple con dificultad la recomendación sanitaria de mantenerse en casa. En algunas zonas metropolitanas de México, llegan a habitar una construcción de 40 metros cuadrados, hasta diez personas. De este segmento, del que no tiene las comodidades ni los elementos para mantenerse bajo su techo, entiendo las quejas y el hastío del encierro.
El acceso a internet ha sido un gran aliado para esta época, privilegio de casi el 65% de la población nacional. De las opciones brinda el acceso a internet, consumir contenidos vía streaming es de alta predilección para nosotros los mexicanos o para los que pueden pagarlo. Aunque resulta contrastante que países con altos índices de pobreza, sean los que más suscriptores aporten a la principal plataforma de streaming, Netflix. México es segundo país con más suscriptores a esta plataforma, el primero es Brasil y el tercero es Argentina.
Para la gente que no tiene acceso a servicios de televisión de paga, ni a internet; el entretenimiento en casa se limita. Las películas que ofrece la televisión abierta son de malas a muy malas, salvo algunas excepciones, como el canal 11 o el 22, que programan excelente cine, pero sus coberturas son limitadas, no llegan a todo el territorio nacional.
Y para la gente que ya se cansó de las ofertas en streaming, pueden buscar en la red otras opciones para ver buen cine. Pueden ver algo del neorrealismo italiano, como la película Ladrón de bicicletas (Ladri di biciclette), cinta dirigida por Vittorio de Sica, estrenada en 1948. Otro filme que recomiendo para estos tiempos de encierro voluntario es Los 400 golpes (Les quatre cents coups), del director francés François Truffaut; obra maestra de la nueva ola francesa.
Ambas películas, hoy más que nunca tienen un gran mensaje para la sociedad. Estas magnas obras de la cinematografía nos recuerdan que lo banal siempre estorba. Vean esto y dejen de lado la queja. Al final somos y estamos libres. Los que podemos, solo tenemos que quedarnos en casa. Ante las quejas al respecto, me pregunto: ¿Qué opinaría de esto mi abuelo? Él sobrevivió a una guerra, sobrevivió a un campo de concentración.
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.
