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Los hombres sabios aprenden mucho de sus enemigos”
Aristófanes

Pareciera que lo difícil hoy en día, no es llegar al poder, sino mantenerse; frase que aplica a la perfección al actual gobierno federal y al partido hegemónico que lo representa.

Desde su llegada, Andrés Manuel López Obrador generó expectativas acordes al apoyo masivo obtenido para acceder a la Presidencia; las críticas de cualquier tipo, eran duramente calladas por mucha gente que, con toda razón, pedían que primero lo dejaran trabajar.

Al más puro estilo de Vicente Fox, en el sentido de que todo se arreglaría en “15 minutos”, es decir de manera simple y llana, a su arribo a Palacio Nacional, más de 30 millones de mexicanos, depositaron su total confianza en un líder que traía consigo al movimiento de regeneración nacional.

Fue tan grande el triunfo, que muchos se subieron al barco y en una lucha intestina, empezaron a pelear por distintas cuotas de poder, lo que es natural en estos casos; no obstante, el desorden y las confrontaciones, empezaron a causar estragos.

Lo mismo vimos peleas entre Martí Batres y Ricardo Monreal, Mario Delgado con Porfirio Muñoz Ledo, Yeidckol Polevnsky y Alfonso Ramírez Cuellar, mismas que permearon inclusive en los estados (En Hidalgo el grupo de fundadores del partido MORENA con los ex priístas que intentan tomar las riendas de dicho instituto en la entidad).

Pero más allá de esos problemas, de los que todos sabemos, los complejos, están a otro nivel, en donde se mezcla el poder político con el económico, y que hace que las decisiones aparentemente más sencillas, sean las más complicadas.

Andrés Manuel, sin duda alguna, es un líder nato que, para su infortunio, en 16 meses, y gracias a pifias y disputas de sus propios compañeros de proyecto, hoy enfrenta una caída de su popularidad en franco deterioro.

Las disputas que más le afectan nacen en su gabinete y en sus socios comerciales, pues antes de que López Gattel (médico que al principio se le denotaba total seriedad en el encargo de vocero de la pandemia), declarara cualquier decisión administrativa, el Secretario de Educación Pública Esteban Moctezuma, adelantaba dos semanas las vacaciones del periódo, para obligar un inicio de cuarentena, mientras su jefe, el Presidente, declaraba (mal asesorado), que debíamos dar besos, abrazos y convivir unos con otros, pues “no pasaba nada”.

Quien debía justificarlo y de manera por demás ridícula, y a partir de ahí perdió seriedad, fue el citado López Gattel, quien aseguró que el “Presidente no tenía fuerza de contagio, que su fuerza era moral” y por lo tanto no contagiaba a nadie.

De inmediato y en una jugada de inteligencia, Marcelo Ebrard, desplazó en la práctica, a la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, quien parecía testigo inmutable de la política interna del país; así todos se repartían pedazos de poder y tomaban decisiones unilaterales.

Quien tuvo que desaparecer de los escenarios públicos, fue el Secretario de Hacienda, el hidalguense Arturo Herrera, pues las declaraciones de principio de año (a pesar de que todos tuvimos noticias de la situación económica que ya se daba en China por el inicio del COVID 19), en el sentido de que México crecería 2% este 2020, se vieron opacadas por la pérdida de más de 350 mil empleos en tan solo tres semanas (segunda quincena de marzo y primera semana de abril).

La gota que derramó el vaso, fue que el pasado viernes por la noche, Javier Alatorre, conductor de la televisora Azteca, cuyo dueño es Ricardo Salinas Pliego, principal promotor de Andrés Manuel en medios, desde antes de la pre campaña del tabasqueño, declaró que las cifras de López Gattel eran mentira, acompañado de declaraciones de algunos Gobernadores y las quejas de miles de médicos de cientos de Hospitales en el país, en el sentido de no contar con insumos básicos para la atención de la enfermedad y el cuidado del personal de salud.

Irresponsable, al igual que las declaraciones de su patrón, Salinas Pliego, urgió a la gente a dejar la cuarentena y continuar con su vida productiva, social y de todo tipo, pues el gobierno federal miente.

La realidad es que hoy, el país está en una parálisis, en donde muchos han pretendido ser protagonistas y aprovechar políticamente el momento para llevar agua a su molino, sin embargo, lejos de ayudar al Presidente, lo han deteriorado en contradicciones y asesorías que, más allá de afrontar la pandemia y las consecuencias económicas que trae consigo, hunden a esta administración día a día.   

Ya iniciaron con distractores, como investigar a todos los ex secretarios de estado de la anterior administración y a todo aquél que decida opinar distinto, pero ni estas acciones serán suficientes para que la gente deje de creer en su gobierno, por la probable pérdida de casi un millón de empleos en este 2020.

Lejos de “fifís y conservadores”, el Presidente con mayor apoyo histórico y social de México, con un congreso a modo y un poder judicial rendido a sus pies, debe, de manera urgente, hacer cambios en su gabinete y tener, más allá de amigos, gente capaz que le ayude a resolver los problemas de la nación.

Su partido ha caído en la peor etapa de aceptación de su historia (encuesta del Financiero publicada apenas hace unos días), pero tiene la oportunidad histórica de remontar y sacar a flote esta gran nave, para lo cual, lejos de la mezquindad política, hoy todos debemos abonar, pues lo que está en riesgo no es la supervivencia de un partido político, sino la salud, economía y estabilidad de 120 millones de mexicanos.  

 

Por hoy me despido, esperando tus comentarios.

Hasta la próxima.

ACLARACIÓN  
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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