El presidente quiere terminar con los puentes vacacionales al considerar que estos atentan contra la memoria cívica del estudiante promedio y, por tanto, contra la de los mexicanos en general. Tres días tumbado en cama con el celular entre las manos merman, según nuestro Ejecutivo nacional, la capacidad del adolescente para recordar que en 1917 un tipo con barba y lentecitos al que obviamente no identifica porque ya no sale en las monedas, promulgó la carta magna con la colaboración de otros señores acaudalados que aprovecharon la contingencia revolucionaria para acomodarse en el poder y establecer las reglas del juego.

Entonces, interesado en recuperar la memoria histórica porque “el que no sabe de dónde viene no sabe a dónde va”, Andrés Manuel propone terminar con los puentes vacacionales. Imagina que el adolescente reflexionará sobre aquello y aquellos que le dieron la oportunidad de despertar al mediodía; “si no hubiera sido por Carranza y el Ejército Constitucionalista estaría en Química”, diría el estudiante antes de zamparse un sándwich y echarse en el sillón.

No sé si en verdad los motivos del presidente sean los que dijo; de ser así, habría que hacerle ver que el desconocimiento histórico de alumnos poco tiene que ver con que descansen o no el día de conmemoración nacional cualquiera, pues son más bien síntoma del fracaso educativo que alcanza, además de la historia, a todas las otras materias.

Al impartir clases durante un tiempo a estudiantes de secundaria y preparatoria, me enteré que los profesores están impedidos para reprobar a quienes carezcan de los conocimientos que deberían saber al final del ciclo escolar. De este modo, la asistencia es el requisito único para que un alumno avance en el relajado sistema educativo mexicano.

Este no es el único defecto del aparato. Centralismo, planes educativos rezagados e inadecuados, sindicatos abusivos, padres de familia desinteresados y estudiantes apáticos son también parte del problema.

Los efectos de estas condiciones son palpables. Jóvenes de 18 años pueden apenas leer con fluidez, son incapaces de entender lo que leen y de escribir con claridad sus ideas. Las habilidades matemáticas con las que cuentan son harto deficientes, como lo es su conocimiento en ciencias e historia; esto, en los mejores casos y en zonas del país con menos carencias, porque las regiones marginadas padecen todavía más las desigualdades del sistema.

Puede ocurrir que Andrés Manuel tenga genuinas buenas intenciones; sin embargo, con propuestas como esta puedo percibir dos posibilidades: desconoce las condiciones que generan las deficiencias educativas y a libre inventiva sugiere soluciones absurdas, o bien, lo que veo más plausible, gusta de generar noticias tan llamativas como intrascendentes para mantener bajo perfil en los temas verdaderamente relevantes como su pregonado Tren Maya, que avanza sin freno con todo y simulación de inclusión y consulta para comunidades originarias que serán afectadas por este proyecto neoliberal de la administración que se vendió como salvadora antípoda.

ACLARACIÓN
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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