La foto del joven destaca junto a unas letras negras. Es la imagen que, acompañada de cartulinas y fichas de búsqueda, abunda en los semáforos y en puentes peatonales de Pachuca desde hace dos meses con las palabras: tu familia te busca.
Durante un periodo de 60 años, desaparecieron en Hidalgo 226 personas con mayor incidencia en las últimas dos décadas.
En cambio, en dicho periodo de tiempo, de los años 60 al 31 de diciembre de 2019, las autoridades resolvieron 734 casos en el estado, de acuerdo con el informe del Registro Nacional de Personas Desaparecidas presentado ayer en la Ciudad de México.
Tal análisis documenta 87 mujeres desaparecidas y 474 localizadas en Hidalgo. En el Estado de México sucedió el mayor número de desaparecidas con 3 mil 216, seguido de Tamaulipas con 2 mil 45 incidencias.
Además, Hidalgo contabilizó 77 niñas, niños y adolescentes desaparecidos y 450 localizados al 31 de diciembre, según el informe presentado por Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, de la Secretaría Gobernación.
También registró dos personas desaparecidas en Hidalgo del primero de diciembre 2018 al último día de 2019, así como dos niñas o niños extraviados. En dicho lapso de tiempo fue localizada una persona.
Durante el periodo 2006-2019 autoridades detectaron una fosa clandestina en el estado, mientras que no hubo registro alguno en Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato y Oaxaca.
Las entidades que presentan mayor número de fosas clandestinas son Tamaulipas con 440 y Veracruz al sumar 432.
Ante este panorama, la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo (PGJEH) ocupa el lugar 31 de las entidades que ha entregado información al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
HASTA LUEGO DOLORES MICHEL
Cuando empecé a trabajar como reportero, Dolores Michel ya estaba aquí. Tenía una gran experiencia en el periodismo, producto de sus años de trabajo. La fuente que cubría para Síntesis, la vida empresarial, impidió que coincidiéramos con mayor frecuencia en los eventos.
La noticia de su muerte no puede dejar de doler a quienes ejercen el periodismo, por su vida dedicada a este oficio, prueba de su constancia y un amor enorme.
La noche del pasado sábado, el cuerpo de Dolores Michel descansaba en un ataúd gris. Al centro, una cruz de metal y alrededor flores blancas de despedida que resaltaban sobre el verde de las hojas de palma.
Un reconocimiento con su nombre escrito en letras negras, abajo una foto donde porta un abrigo rosa, observa a quienes asistimos a su funeral. Del otro lado, Dolores Michel joven, cabello negro, carga a un bebé.
Y en otra imagen está rodeada de su familia, se ve en confianza, sonríe, plena y así es como ahora la recordamos.
