Los penales de Hidalgo lejos de ser centros de reinserción social, son cárceles donde difícilmente se sale con vida, donde la extorsión, sobrepoblación y abusos contra las internas son una constante.

Cómo será la vida de una mujer entre un colombiano acusado de operaciones con recursos de procedencia ilícita, un estadounidense procesado por narcomenudeo y feminicidio, así como un guatemalteco detenido por tráfico de personas.

En ese escenario, murieron diez reos en los centros de reclusión de Hidalgo durante el actual año y del total, cinco fueron suicidios, principalmente ahorcados en cárceles de Pachuca, Huejutla y Tulancingo.

A un interno del penal de la Huasteca lo encontraron “apoyado en el piso, sujetado con unos cables en el cuello”, de acuerdo con el diagnóstico que presentó ayer la Comisión de Derechos Humanos de Hidalgo (CDHEH). 

Mientras que en el penal de Pachuca, internos acusan a la dirección de cobros ilegales, cuotas para pipas de agua o en otro expediente los reclusos narran que fueron obligados a comprar en una tienda con precios excesivos.

Otra queja fue interpuesta por el caso de una reclusa quien no recibió la atención necesaria durante su parto, por lo que falleció el recién nacido, sin precisar en qué penal.

En los penales del estado, están recluidas 306 mujeres, principalmente en Pachuca, Tula y Tulancingo. Cuatro de cada diez han sido víctimas de abuso: 29 por ciento física, psicológica o sexualmente por parte de internos y 11 por ciento a manos de la autoridad penitenciaria.

Mientras que el 23 por ciento de las reclusas víctimas de abusos no recibieron orientación inmediata para denunciarlos y el 33 por ciento no obtuvo apoyo físico o psicológico, de acuerdo a los cuestionarios de calidad de vida penitenciaria.

Durante el actual año, 21 mujeres viven con sus hijos en cuatro penales de Hidalgo con problemas de hacinamiento y autogobierno, tales como Pachuca, Tula, Tulancingo y Molango, detalla la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

En el penal de Tulancingo se encuentra un bebé de un año siete meses; en Jaltocán otro de tres meses de edad, donde fue habilitado un dormitorio para la estancia de la madre y su hijo; mientras que en la cárcel de la capital viven diez menores.

También están recluidos 330 indígenas, principalmente de las etnias náhuatl y otomí; además de 29 extranjeros como ocho colombianos, diez hondureños, tres estadounidenses y cuatro salvadoreños.

ACLARACIÓN
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo.

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