Para mí, leer críticas de cine, siempre resultó un ejercicio complejo. Muchos eran los críticos de la especialidad que exponían en cada texto publicado, un auténtico galimatías. Era común encontrar el uso de un lenguaje rebuscado y pretencioso para elogiar o desaprobar una película. La evolución de esta actividad trajo consigo una evaluación y un análisis cinematográfico más accesible para el público.

Pero había algo muy importante, pretenciosos o no, todos quienes ejercían la crítica de cine en forma profesional, lo hacían con conocimiento de causa, sabían de lo que hablaban, escribían con certeza acerca de temas filmográficos, no había lugar a la simulación ni al plagio de idea alguna. Me vienen a la mente los nombres de Emilio García Riera, un extraordinario historiador y crítico de cine; Jorge Ayala Blanco, el maestro de la crítica de cine en México; Leonardo García Tsao, quien es una referencia en esta disciplina.

En el presente, la crítica de cine no es exclusiva de los medios de comunicación tradicionales, la diversidad mediática da oportunidad a los críticos de publicar en webs, blogs, redes sociales, podcasts, etc., terrenos donde podemos encontrar contenidos ejemplares al respecto. Pero también pululan charlatanes que embaucan y que con algunas destrezas dignas de la estafa engañan al público.

La mayoría de los críticos que han tomado los medios alternativos de comunicación, carecen de preparación, conocimiento y ética. El lugar común en sus expresiones es lo que les define como profesionales del área. Expresiones como “una joya” o “magnética actuación”, “una película obligada” o “vibrante historia”; entre otras tantas,  redundan una y otra vez en el análisis de las obras.

Lo peor de todo lo he visto en Twitter, hay gente que con 280 caracteres o menos, hace una crítica completa. Esto está bien cuando se trata de opinar, todo espectador tiene este derecho, puede dar su opinión, cualquiera que esta sea. Pero de ahí  a convertirse y ostentarse como crítico, hay un problema de ética. En las redes sociales, uno puede expresar lo que le venga en gana, yo puedo opinar de fútbol, pero hacerlo no me convierte en experto de esa materia, ni en futbolista ni en director técnico.

La crítica de cine va más de allá de la expresión vertida en 4 renglones escritos. Nosotros, el público, debemos de cuidar a quien le damos nuestro tiempo para leerle, verle o escucharle. Haber tomado un curso de apreciación cinematográfica no les convierte en críticos, repetir lo que ven y escuchan tampoco, esto solo los muestra como unos burdos imitadores.

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