Herida profunda que deja desangrando tu alma, momento de reconocer que el daño es irreparable, o al menos eso parece,  un dolor tan fuerte que logras sentir físicamente la falta de aire, una punzada en el pecho,  todo se vuelve obscuro, no importa tu edad, ni tu género, no importa tu posición social o tu educación, ni tu fortaleza o debilidad, el dolor lo sentimos todos y es para todos causado por una circunstancia fuera de nuestras posibilidades de solución, y en ese momento representa el más importante de nuestros pensamientos.

Cuando nos hacen daño la reacción más lógica e inmediata es ir contra quien nos lo hizo, es instinto, si tu pisas a un perro en la calle el inmediatamente volteara e intentara morderte,  para los humanos es diferente, querer regresar el dolor solo produce satisfacción momentánea un paliativo, pero sigue dejando abierta la herida, esto significa que mientras no curemos seguirá doliendo, pero entonces la duda es siempre la misma, ¿cómo?, definitivamente creo que el tiempo es la mejor medicina, acompañada de terapia ya sea con especialistas o por parte de uno mismo, entender que el pasado no se puede cambiar, que la vida es muy valiosa, para seguir dando tiempo a causas perdidas.

Aceptar las cosas como son, recordar, buscar venganza, victimizarse, buscar justicia, convierte el dolor en el centro de la atención, en la motivación de las acciones y eso solo abre la herida nuevamente, impidiendo que sane, dificultando el seguir adelante, esto no quiere decir que la respuesta es la resignación, el aguantar, el abandono de uno mismo,  no quiere decir que no se deba tener un desahogo emocional, lo que quiero dar a entender es que podemos perder nuestros objetivos, quedar en el limbo del tiempo cuando permitimos que el dolor sea el motivante de nuestras acciones, cuando dejamos atrás lo malo y seguimos en la búsqueda de nuestras metas permitimos que todo se acomode en su lugar, y podemos de manera consciente buscar una alternativa para sanar.

El perdón es una manera terapéutica que cambia nuestras conductas destructivas en constructivas, siempre y cuando se haga de manera voluntaria y adecuada, el perdonar implica, desear que quien nos dañó encuentre el camino que lo lleve a no volver a hacer daño, y un compromiso por parte de quien otorga el perdón de determinarse a acabar con las ideas, pensamientos y sentimientos negativos hacia quien hizo daño.

El perdón es un trabajo constante en el que el ganador será innegablemente quien realiza este trabajo en sí mismo, perdonar no es olvidar, no es debilidad, no es justificar, el perdón no exentara las consecuencias de los actos del ofensor, no es permiso para que te vuelvan a lastimar, el perdón no es otra cosa que quitar de tu chip las conductas que te limitan para seguir, el perdón es la base de la libertad.

Para perdonar se debe tener en claro fuera de los sentimientos de rabia y enojo el origen del malestar, basta con preguntarse desde donde viene el dolor, el reconocimiento del daño, aceptar los sentimientos que el dolor produjo, reconocer si se es o no capaz de perdonar, protegerse de ese bache emocional que probablemente se convierta en un ciclo sin fin, cuando no se comprende en su totalidad, para finalmente determinar que cada quien es la persona más importante en su vida, y a quien deberá responder.

Cuando es uno quien lastimo tal vez de manera inconsciente, o seguramente egoísta,  se debe reconocer el daño que se hace con las acciones, ser empático con el dolor del otro, analizar el porqué de nuestra conducta, solicitar que se otorgue el perdón para finalmente buscar resarcir el daño causado.

Por eso el día de hoy y por este medio quiero solicitar el perdón de las personas que he lastimado en lo largo de mi vida, digo que mis acciones no deben dejar huella en sus vidas, que no dejen de ser quien son, que aprendan de mis errores si se puede, y  por supuesto seguras de que al entender que he causado daño me pongo en sus zapatos en espera de que mi conducta no vuelva a repetirse, y a quienes en algún momento de sus vidas me hicieron daño, los perdono, y les deseo la mejor de las vidas, segura estoy que este regalo vale la pena vivirlo.

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