Es muy común en nuestro entorno, leer y escuchar bromas incómodas y llenas de doble sentido en donde el objeto de dicha mofa es menospreciarnos, comentarios misóginos y platicas en donde pareciera que todo lo que le pase a una mujer termina siendo culpa suya. Como sociedad vivimos en una era en la que la violencia es tan normal e inconsciente, que la hemos adoptado como nuestro día a día.
Comencemos con los conceptos
Para poder visibilizar la violencia y todo el impacto que tiene dentro de nuestro entorno, debemos definir el concepto y la práctica, como primer paso tenemos que entender que la violencia puede ser física, emocional o psicológica y adopta muchas formas, tales como la violación, la violencia doméstica, los matrimonios de niñas, el tráfico sexual, los feminicidios, el acoso laboral y sexual, el “bullying” en redes sociales, etcétera.
Las causas de la violencia contra las mujeres y las niñas varían, pero todas parten del origen en donde las ideas de hace muchas décadas atrás siguen inmersas en la sociedad y su estructura. Entonces podemos diferenciar causas por posición económica, estatus social, nivel académico, grado de vulnerabilidad, entre otros, pero todos con una constante: rebajar a la mujer.
En México, 66 de cada 100 mujeres ha enfrentado violencia, de los 46.5 millones de 15 años y más que hay en México, 66.1% (30.7 millones) ha enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida, informónel Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Entre 2014 y 2016, agregó, las entidades que presentaron las tasas más altas en homicidios de mujeres son Baja California, Colima, Chihuahua, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas.
Muchas de las mujeres encuestadas refirió haber experimentado violencia emocional, física, sexual, económica, y discriminación laboral, y dentro del estudio se identificó que fue ejercida por distintos agresores, como la pareja, el esposo o novio, algún familiar, compañeros de escuela o trabajo, alguna autoridad escolar o laboral, por amigos, vecinos o personas desconocidas.
Así, 10.8 millones de mujeres fue sometida a algún tipo de intimidación, hostigamiento, acoso o abuso sexual, que van desde señalamientos obscenos, que las hayan seguido en la calle para intimidarlas sexualmente, que les hayan hecho propuestas de tipo sexual o bien que directamente las hayan manoseado sin su consentimiento o hasta que las hayan violado.
Estos son actos visibles y medibles, hechos en los que se puede reconocer más fácilmente la violencia, situaciones que han sido expuestas y delitos que han sido denunciados, pero existen, casi imperceptible dentro de nosotros, actos que no siempre son evidentes; muchos, incluso, están instalados en la cultura y en la cotidianidad. Hasta nos parecen normales. Pero no lo son. Y tienen un nombre: violencias invisibles y mujeres de todas las edades, etnias, estratos y niveles educativos hemos sido víctimas.
La investigadora Ana María Fernández, coautora de La mujer y la violencia invisible dice lo siguiente: Esas violencias “nos hacen daño, pero mujeres y hombres transitamos y participamos en ellas sin verlas”. Normalizando así esta práctica que debería ser erradicada.
Estos “actos sutiles” de violencia van desde ignorar el pensamiento, la opinión y los actos de una mujer hasta la descalificación en el entorno social, laboral y escolar, actos en los que todos tenemos injerencia comenzando por menospreciar el apoyo y asesoría por parte de una mujer en el trabajo, ignorar sus puntos de vista y llamarlas malas conductoras sólo por traer un automóvil.
Como se expresó al inició de esta columna la violencia inicia desde bromas hirientes, mentir, engañar, ignorar, celar, culpabilizar y controlar, también muchas mujeres víctimas son blanco de juicios y ataques de terceros. Esas acciones violentas son, además, la base de la violencia física, sexual e incluso del feminicidio, aunque muchos hombres y mujeres no las consideran graves y creen que son “normales”, parte de un juego y una plática cotidiana.
Hoy muchas mujeres estamos alzando la voz para no permitir nunca más que una mujer sea violentada, una de las principales impulsoras a nivel internacional es Alejandra Borrero que lidera el Festival “Ni con el pétalo de una rosa”, una iniciativa de Casa Social que cada noviembre se toma Bogotá con obras de teatro, performances, actos en la calle y conversatorios para rechazar todas las formas de violencia contra las mujeres. También muchos movimientos como #Niunamás y #Parendematarnos han revolucionado y están reclamando justicia para todas.
Tenemos que empezar a dejar de realizar estos actos violentos visibles e invisibles, y luchar día a día para que la mujer y todos sus logros sean reconocidos, ayudar a aquellas que no tienen las mismas oportunidades para identificar cuando son víctimas de violencia y debemos como sociedad ser mejores y aceptar que las mujeres estamos cambiando el mundo. Todos tenemos que hacer algo, los legisladores deben impulsar políticas públicas que ayuden a victimas de violencia y realizar programas que puedan tener injerencia en la sociedad para poder educar desde pequeños y erradicar estas practicas comunes.
Como sociedad debemos ayudarnos, respetarnos y amarnos para cuidarnos. Seamos parte de la lucha contra la violencia de niñas y mujeres.
Te comparto la recomendación musical de esta semana:
