En ocasiones, nos encontramos frente a personas, situaciones o vivencias que, como un gran espejo, reflejan para nosotros aquello que aún no hemos aprendido y que, a la luz del amor o el dolor, nos permiten reconocer las piezas que faltaban para armar el rompecabezas; e incluso aquellas que ya no encajan más.
En la vida, explica Tania Karam, elegimos tres tipos de maestros: amorosos (nos enseñan a través del amor genuino), rasposos (los amamos, pero mantenemos un continuo roce o conflicto con ellos) y tormentosos (nos conectan con nuestro darkside emocional). Toparnos con estos últimos, o incluso la pérdida de los primeros, nos sumerge en una crisis, que estará determinada en gran medida por el manejo de nuestras emociones durante el proceso.
El primer elemento que entra al juego es que, culturalmente, atribuimos significados negativos (problema) a las experiencias que en realidad son aprendizajes por construir. Y es que, sin instructivo, nos retan a poner en su lugar ese montón de piezas: vivencias, emociones, heridas y recuerdos; que si bien no es sencillo acomodar, sin duda, nos llevarán a construir una mejor versión de nosotros mismos.
Por otra parte, es importante asumir que, a lo largo de nuestro camino, atraemos aquellas situaciones que son necesarias para nuestro crecimiento. Dentro de la filosofía oriental, la palabra crisis se compone de dos ideogramas: peligro y oportunidad. En esta perspectiva dual, tenemos la elección de enfocar nuestra energía en una o en otra. Percibir como amenaza aquello que nos produce dolor y rompe nuestro equilibrio, activará nuestros mecanismos de defensa: alejarnos, paralizarnos, agredir, rechazar o negar aquello que nos está confrontando. Aceptar el aprendizaje, despertará en nosotros el deseo de trascenderlo.
“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”; describe el pensamiento budista. No podrás evitar sentir dolor, pero sí puedes elegir cómo vivir la experiencia. Y una vez con las piezas del rompecabezas en las manos, la vida te ofrece un único camino posible: armarlo. Desde el miedo o desde un amor profundo por la oportunidad& pero tendrás que armarlo.
Para facilitarte el proceso, te comparto este breve instructivo en 4 pasos para armar tu rompecabezas en medio de una crisis:
Acepta la situación y abrázala con amor. Tratar de negar o rechazar lo que está pasando, solo te mantendrá en un estado de ansiedad, tristeza o enojo. Si hay algo que puedas cambiar, toma acción. De lo contrario, asume que no puedes cambiarlo y que tendrás que atravesar ese camino, por doloroso que sea. Evita hacerlo desde la culpa, el sufrimiento o en una posición de víctima. Lo que tiene que suceder, sucederá. Tú eliges cómo vivirlo. Hazlo desde la paz.
Pide luz para discernir el aprendizaje. En cada crisis, hay siempre una enseñanza, que se repetirá continuamente hasta que la reconozcas y trabajes en ella. Pide claridad para encontrarla, hacerla consciente y superarla. Vuelca tu mirada hacia el interior, obsérvate. Permítete escuchar, observar y percibir sin juicio, desde la curiosidad que experimentaría un niño. La oportunidad solo será evidente cuando estés dispuesto a descubrirla.
Agradece profundamente la experiencia. Aprender siempre es un regalo. A veces nos llena de dicha, y otras nos sumerge en un dolor profundo. Agradece siempre por lo que recibes, porque te está llevando hacia tu libertad. ¡Gracias!
Déjalo ir. La pérdida y el apego devuelven al presente lo que ya no está y no va a regresar. Es momento de soltar: personas, sucesos, cosas& incluso aquellos significados que te has atribuido y que no forman parte de ti. Aferrarte a lo que ya no existe solo hará que tu rompecabezas tenga piezas de más.
Hoy, acepto lo que está sucediendo y lo abrazo con amor, como una oportunidad para descubrirme y crecer. Agradezco profundamente haberme encontrado contigo y recibir este regalo que ha logrado transformarme: aquí y ahora, te dejo ir.
Lectura imprescindible:
Amar es la respuesta. Gerald Jampolsky y Diane Cirincione. Editorial Paidós.
