He radicado en Pachuca prácticamente toda mi vida, es muy grato percibir que en Hidalgo las cosas han mejorado en fechas recientes.
La inversión extranjera creció como nunca antes, el empleo despuntó, la seguridad se ha mantenido en índices aceptables, salieron decenas de miles de hidalguenses de la pobreza extrema y las calificadoras internacionales nos han otorgado la más alta calificación. Dicho con todas sus letras, existen muy buenos resultados.
Sin duda, hay situaciones que inclinan el lado positivo de la balanza; por ejemplo, la llegada de la planta de Grupo Modelo a Apan. Sin embargo, creo que es muy importante aclarar algo al lector: las empresas se establecen donde convenga a sus intereses económicos, logísticos, de talento humano, entre muchas otras condicionantes; esto es, no se establecen con el Gobierno que mejor haya hecho su trabajo o los haya convencido de mejor manera. Señores gobernantes, dejen de colgarse medallas que no son suyas. En fín& qué bueno que Grupo Modelo decidió establecerse en tierra hidalguense.
Como empresario, he notado un esfuerzo importante de los últimos Secretarios de Desarrollo Económico, y siempre he sostenido que a partir del liderazgo las cosas crecen o se derrumban.
Para muestra basta un botón& los anteriores: José Pablo Maauad y José Luis Romo, me parecen personas brillantes, de un altísimo intelecto; ambos tenían, en su momento, la capacidad de llevar a Hidalgo a una nueva dimensión. La diferencia radicó en el liderazgo de sus jefes.
El de Francisco Olvera fue un liderazgo por demás pobre y no ayudó en absoluto a que su Secretario de Desarrollo Económico, José Pablo Maauad, pudiera realmente despuntar. Olvera no dio real importancia, ni el peso debido, al desarrollo económico del estado; y si lo hizo, lo realizó a la altura de su capacidad.
Por otro lado, en este sexenio, Omar Fayad si otorgó un fuerte impulso e independencia para que José Luis Romo hiciera uso de su conocimiento y capacidad de interlocución, a favor de generar confianza en más de uno que deseaba invertir en Hidalgo. Su trabajo, sin duda, dará grandes frutos.
Ahora, lo que me parece una decepción en este sexenio, es escuchar el discurso del Gobernador centrado en él y no en sus colaboradores o en los habitantes de nuestro estado.
Su retórica es la misma del siglo pasado: “Yo hice”, “mi administración”, “mi gabinete”, “mi secretario”, “a partir de mi”, “yo primero y yo al final”. Lo que no ha comprendido es que este juego, se gana en conjunto.
Escuché presencialmente su discurso en el evento de un organismo empresarial y me parece que desaprovechó por completo el foro. En su discurso habló de los logros recientes, que me parecen sin duda acertados; sin embargo, pararse al frente de la clase empresarial y dar un discurso ensimismado, diciendo que “los que no aplauden son mezquinos”, le resta toda la importancia a los resultados.
El gobernante moderno debe conectar con quienes le escuchan. Hoy ya no hay cabida para la soberbia y el individualismo. En especial porque los logros no son solo de una persona, sino de un conjunto; desde los que están codo a codo, hasta la ciudadanía activa.
Leí un mensaje que decía: “Aplaudirle al gobernante por lo que ha hecho con nuestros recursos, es como aplaudirle al cajero automático por darte tu dinero”. No podría estar más de acuerdo con esta frase.
Los gobernantes y los políticos hoy no deben de ir por aplausos; sino por mejores resultados, sin necesidad de alardear lo evidente y esconder lo inconveniente.
Así, Sin Mordaza.
