En las últimas horas he leído y escuchado numerosas opiniones, en su mayoría negativas, respecto a las tareas de empuje que desde su curul emprende el diputado federal Sergio Mayer Bretón, a la industria cinematográfica mexicana.

Desde su posición como Presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía en la LXIV Legislatura, este miércoles 24 de julio, Sergio Mayer publicó un comunicado donde se anuncia la Declaratoria de Impulso entre el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y la Comisión de Cultura y Cinematografía de la Cámara de Diputados; presentando una herramienta de financiamiento para producciones nacionales.

Con esto, se concreta otra vía para financiar a la producción cinematográfica mexicana. Es mediante créditos ofrecidos por Bancomext a casa productoras o productores independientes. Al ser un financiamiento por el sendero crediticio, es lógico que tendrá que existir un pago o retorno del mismo, hacia la entidad que lo otorga.

Una vez hecho el comunicado de la Declaratoria, comenzaron a surgir voces del medio cinematográfico nacional, aseverando que se dejaba fuera al cine documental, a las óperas primas y al cine de autor. Yo no sé de donde salió esa información, ya que di lectura una y otra vez al citado comunicado y no encontré algún renglón donde se hablara de esto.

El sentido común me hace concluir que los créditos que destinará Bancomext a la producción de películas mexicanas, tendrán que ser orientados hacia proyectos que tengan la posibilidad de generar ganancias en taquilla y otros medios de difusión, como el streaming, por ejemplo. 

Hace mucho tiempo, en plena época de oro del cine mexicano, se fundó por decreto presidencial el Banco Cinematográfico Mexicano. Fue en 1941, cuando el entonces mandatario nacional, Manuel Ávila Camacho, puso en marcha un agresivo plan para la industria cinematográfica de nuestro país. Ese Banco financió innumerables producciones de cine, hasta su extinción en 1977, durante el periodo presidencial de José López Portillo, artífice de la decadencia de nuestro cine en el siglo pasado.

El hecho de que aparezcan herramientas y alternativas para financiar una película, es plausible. Ya el diputado Mayer, en un comunicado posterior, afirmó que trabaja en la búsqueda de medios para financiar el otro cine, el documental, el de autor; que muchas veces no trasciende más allá de su paso por festivales.

Yo celebro que Sergio Mayer esté en actividad constante respecto a la cultura y al cine mexicano. En las legislaturas anteriores no existía un compromiso visible, como el del presente, que puede o no cuestionarse, el punto es que existe un verdadero y notorio trabajo. 

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