Son innumerables las frases que existen sobre arrepentimiento. Las hay cultas y populares, sabias y domingueras, pero se debe decir que mucho hay en la sabiduría popular, y en el imaginario colectivo sobre el tema. Se vale arrepentirse, concluyen casi todas las frases en las que podamos pensar.
 
Desde la máxima bíblica que reza “De los arrepentidos será el reino de los cielos” hasta José Saramago que pone sobre la mesa, “El arrepentimiento mejor, es simplemente cambiar” se ha privilegiado siempre al arrepentido, si, pero siempre que cambie.
 
Pero estamos hablando de economía ¿No? De eso se trata esta columna. Así es. Y es la continuación de la columna pasada. La anterior semana hablamos de decidir, de que las decisiones son correctas cuando los costos son superiores a los beneficios, que  hay que reconocer las disyuntivas que se presentan, que hay tiempos óptimos para decidir, comprendimos también que cuando decidimos, estamos renunciando a otras oportunidades, y que bueno, al final, todos estos procesos son racionales, y que deberíamos dejar de lado toda cuestión emocional y sentimental al momento de decidir. Y sin embargo, aún tomando en cuenta en mayor o menor medida estas consideraciones, podríamos haber tomado una mala (o muy mala ) decisión. ¿Qué hacemos entonces? Bueno, pues lo que la economía dicta es simple: Se vale cambiar de opinión.
 
Decidir es caro. Siempre renunciamos a algo cuando decidimos. No decidir, es caro también, el timing puede perderse y eso ocasiona costos adicionales. Decidir mal, es caro también, pues habrá que dar marcha atrás en la mala decisión. Pero lo más caro de todo, es mantenerse en la decisión incorrecta por no querer retractarse.
 
Regreso a los ejemplos de la semana pasada. Salir con una persona desconocida es riesgoso en nuestros días. Pero si la decisión incorrecta ya se ha tomado, esto puede detenerse. Subirse a un auto con alguien que maneja bajo los influjos del alcohol es una pésima decisión, pero quien la ha tomado puede en cualquier momento retomar el control de la situación, y solicitar bajarse. Estudiar una carrera que al comenzarla no ofrece satisfacción es una pésima decisión, pero puede remediarse al regresar a la disyuntiva y tomar la siguiente opción más atractiva. Si. En la vida, como en la economía, de los arrepentidos es el reino.
 
¿Cómo se refleja esto en la política económica?  Pensemos en tres ejemplos.
 
Como parte de la plataforma de desarrollo impulsada por Vicente Fox, hace casi 20 años, y como una de sus propuestas económicas más agresivas, fue creado durante su gestión el Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario (Pronafim) de la Secretaría de Economía (SE) con el objetivo de reducir el número de trabajos informales por medio de la creación de oportunidades de autoempleo. De acuerdo a las consideraciones iniciales de este programa, el autoempleo sería uno de los principales motores de la economía. Para su desempeño, fueron creados distintos fondos y fideicomisos que ofrecían capacitación, compra de insumos e incluso capital de trabajo. El programa arrancó con bombo y platillo, y tras el primer año de operación se presentó la amarga realidad: menos del 20% de los créditos eran pagados. La realidad es que se calcula que solo dos terceras partes de los créditos tuvieron la fortuna de ser utilizados para el “changarro” y que solo uno de cada cinco lograban estar al corriente en sus pagos, la mayor parte de los “mexicanos y mexicanas” beneficiarios de este programa, cayeron prácticamente de inmediato en impago, por aquella idea errónea de que los créditos que ofrece gobierno, son “A fondo perdido”.
 
El programa entró en crisis, aunque nadie tuvo el valor de decirlo abiertamente. Recursos había, pero no podían desperdiciarse en un incentivo al consumo. Era necesario establecer un cambio en la política económica. Y, como una buena decisora, aquella administración decidió optar por realizar cambios de fondo al camino propuesto.
 
Diferentes analistas tuvieron el tema en sus manos. Crédito si, pero no para changarros. Alguien tuvo una idea magnifica. Créditos para vivienda, que se hicieran en el sexenio más viviendas que en toda la historia del país. Financiamiento a los que las compran, pero también a quienes las construyen, financiamiento a tasas especiales, incluso a los mismos bancos para flexibilizar los productos hipotecarios, la creación de la Sociedad Hipotecaria Federal, y realizar políticas y programas de fomento a la vivienda. El resultado: mejor imposible; el sistema financiero se activó como nunca antes, la construcción fue un motor poderoso de la economía, las variables macroeconómicas, mejoraron todas, y se vivió un clima de bonanza que se reflejó en el crecimiento del PIB, en 2004, México crecía al 4.3%. De los arrepentidos es el reino.
 
Es caso contrario el del sexenio de Felipe Calderón. Con una baja legitimidad al iniciar su sexenio, ansioso por dar un golpe de timón, y con un ego lastimado por las controvertidas elecciones, decidió como una de sus primeras acciones estratégicas sacar al Ejército de sus cuarteles para patrullar las calles, declarar la guerra contra el crimen organizado y plantear la creación de un Mando Único policial.
 
De acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, la estrategia se concentraría en enfrentar y llevar la justicia a los criminales. Una de las primeras medidas fue lanzar la Operación Conjunta Michoacán, con lo que se declaró la “guerra” contra el crimen organizado, la cual ha sido ampliamente cuestionada y responsabilizada de incrementar la violencia, miles de muertes, desapariciones y la multiplicación de cárteles.
 
¿Por qué no fue una buena decisión? Es simple, pero para entenderlo, hay que pensar un poco en términos económicos. Cuando el ejército y la policía salieron a la calle a combatir el narcotráfico, no encarcelaron cabezas ni cabecillas. Encarcelaron narcomenudistas, y al por mayor, narcomenudistas, que por las fallas del sistema judicial, por lo irregular de sus capturas, por la poca cantidad de enervantes que portaban, saldrían en un promedio de 6 meses de prisión. Sin embargo, el daño estaba hecho. ¿Cuál daño? Es simple. Mayor riesgo requiere mayor premio. Eso es también una máxima económica. Con el ejército y la policía en las calles, el precio de las drogas más comunes se disparó, y esto convirtió de inmediato al narcotráfico en un negocio más atractivo, en segundo lugar, las drogas “tradicionales” eran fáciles de detectar, y los procedimientos de transporte, almacenaje y proceso eran más bien conocidos, por lo que una nueva pesadilla se gestó en solo un año: las metanfetaminas.
 
El resultado era dramático: más y más jóvenes deseando entrar al mundo del narcotráfico. Un mundo del narcotráfico con cada vez más recursos económicos, producto del incremento de precios de las drogas. Nuevas oportunidades en nuevos productos, y en consecuencia se volvieron día con día más violentos los cárteles de las drogas en México.
 
Los organismos de inteligencia de Estados Unidos realizaron infinidad de recomendaciones al gobierno mexicano. Atacar al narcotráfico si, pero no en una “lucha frontal” la mejor alternativa era atacar financieramente a los cárteles, sin embargo, en 2007 y 2008, la estrategia del gobierno mexicano se afianzaba en atacar en todos los frentes posibles al narcotráfico. El resultado: México decreció (perdió)  -4.7% de su PIB solo en 2009. De los arrepentidos es el reino, pero ese reinado era de un necio. Los decisores inteligentes admiten cambios, los necios no.
 
La historia nos da lecciones abrumadoras. La historia de México, la de Hidalgo, la de Pachuca, pero también nuestra propia historia. Saber decidir, implica también saber arrepentirse y rectificar el camino.
 
A mi, me gustaría saber que mi Presidente, es un gran decisor económico, y que sabe volver atrás en decisiones viscerales. Eso me gustaría. A ti amigo lector, ahora que sabes que las malas decisiones pueden y deben ser rectificadas, ¿Qué te gustaría?
 
José Luis Ramos Ortigoza.
 
José Luis es profesor de Economía de la Universidad Iberomexicana de Hidalgo, ha sido columnista y conductor de programas de Radio y ha participado en distintos programas de Televisión, es conferencista y consultor en temas económicos, administrativos y de Desarrollo humano. Lo encuentras en Facebook por su nombre.

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