La fila. En México vivimos en la fila. Hay en el Seguro, el metro, el banco, las tiendas, el súper, en centrales de autobuses, estadios y aeropuertos, en escuelas y para ordenar comida. Hay fila para pagar la luz, el agua, el teléfono, el cable, la tenencia, los tacos y las tortillas.
En los últimos días hay también en las gasolineras, donde son habituales, aunque ahora han sido bastante más largas con prolongados tiempos de espera. El problema es que la gente no suele ser feliz en las filas (salvo en la de las tortillas, donde existe el privilegio de prepararse un taco de salsa que bien vale cualquier demora).
Automovilistas esperan hasta cuatro o cinco horas en una hilera para cargar combustible debido al desabasto que por más de una semana han padecido los paisanos. Por supuesto, tal circunstancia es caldo de cultivo para la frustración y ya han ocurrido enfrentamientos entre conductores con mentadas y hasta balazos.
Como los mexicanos buscamos siempre la forma de hacernos las cosas más sencillas, atestiguamos distintas formas de reacción ante la adversidad energética. De acuerdo con lo que he visto, hay de cuatro tipos:
Los que se relajan. En mi experiencia, las filas nos enseñan a lidiar con el ocio. Hay de dos sopas: llegas, te formas, ves la nuca del de enfrente y te asomas a ver cuánto falta, ves que es mucho y volteas, ves la cara del de atrás, ambos se incomodan y vuelves a la nuca. Te la pasas viendo el reloj y las grietas en el piso. Te sientes en un elevador interminable que lleva a ninguna parte y que el alma se te escapa de a poco.
En cambio, los previsores están preparados para el apocalipsis. En Twitter, un hombre narró su historia: casi sin combustible, tenía que ir a cargar. Pasaría horas ahí metido y decidió guardar películas en su teléfono, comprar bebida y botana, autocinema Pemex. Sorprendido, salió con el tanque lleno (del auto, pues ni tiempo le dio de abrir los cacahuates) solo 20 minutos después.
Los emprendedores. Apenas el segundo día de desabasto las inmediaciones de las gasolineras lucían como tianguis del domingo. Elotes, esquites, tortas, refrescos, flanes, frituras y tacos sudados fueron (son todavía) las ofertas. Nada apacigua mejor que los de canasta. Ganar algo de dinero parece ser bastante mejor idea que enardecer porque no ha llegado la pipa.
Los aprovechados. Buscar las cosas más simples no necesariamente implica seguir las reglas. Lo más común son aquellos que se meten a la fila, aun armados para amedrentar a la banda (el caso lo encontré en redes sociales, no sé si sea cierto, pero para como están las cosas, lo encuentro plausible), además de quienes llegan con todo y tinacos para llenarlos con gasolina; acción a todas luces irresponsable y riesgosa, pues no parece buena idea tener en casa un recipiente con litros de gasolina.
Quienes realizan estas acciones buscan, como la mayoría, minimizar las molestias por la dificultad; sin embargo, lo que consiguen es lo contrario. Afectan a otros que se molestan por los abusivos y aparecen las discusiones y hasta los macanazos.
Los que ayudan. Estos, afortunadamente, nunca faltan. Decenas y hasta cientos de automovilistas ansiosos y cansados aglomerados durante horas favorecen riñas y conflictos. No obstante, también surgen personas dispuestas a organizar las filas, dejar pasar a los que por alguna razón tienen mayor apuro o, incluso, dejar su auto en casa si sus necesidades así lo permiten. Si solo usa el auto para ir a su trabajo y al Oxxo, a los que bien puede llegar en transporte público o hasta caminado.
Es cierto que el desabasto impactó severamente algunos sectores casi de inmediato, empresarios grandes, medianos, pequeños y micros, transportistas y particulares que en verdad necesitan de un vehículo para su día a día. Sin embargo, independientemente de si fue o no una buena estrategia del gobierno federal, las condiciones están dadas (si tiene usted una queja o respalda al mandamás de los cabellos nevados hay canales y formas útiles para externar su opinión y que sirva de algo, a la hora de votar nomás es una, por cierto).
Siempre tenemos la posibilidad de actuar de una u otra forma de acuerdo con las circunstancias. Entonces, si llegamos hoy a una gasolinera y nos encontramos con que habrá que esperar algunas horas para conseguir gasolina… ¿qué es lo que vamos a hacer?
