El pasado 26 de noviembre falleció en Roma, Italia, el último de los grandes maestros del cine italiano, Bernardo Bertolucci. Tenía 77 años y una brillante carrera en el mundo del cine. Era poeta, amigo de otro histórico del cine italiano, Pier Paolo Pasolini.

El primer recuerdo que guardo de la obra de Bertolucci es, El Último Emperador (1987), una magna obra cinematográfica. Ganadora de nueve premios Óscar en 1988, incluyendo el de Mejor Director. Esa es también la primera obra que vi fotografiada por el genio de la luz Vittorio Storaro, un referente en la historia de la cinefotografía.

Esa película me cautivó, ha sido una de las grandes inspiraciones en mi vida para contar historias. Después de verla jamás olvidé el nombre de ese estupendo director, el último grande de los realizadores italianos.

Su obra es tan rica como diversa. Tan desgarradora como dulce, tan simple como magnánima. Basta recordar El último tango en París (1972), un controvertido y arrojado drama romántico, protagonizado por otro histórico, Marlon Brando. Esta película y sus formas distan mucho de la última etapa del maestro italiano. La cinta pasó a la historia por una escena de violencia sexual, desde luego la película es mucho más que eso.

Soñadores (The dreamers; 2003), es un homenaje de Bertolucci al cine, una evocación a sus inicios como cineasta. Esta película es una cátedra de cine, es un acercamiento a las influencias que tuvo este gran director. Es el resultado de sus años dedicados al estudio del psicoanálisis, una obra profunda y sin duda la más personal de sus películas.

Bertolucci era un ideólogo, siempre comunista. Era un intelectual con accionar político. Esto lo demuestra en la epopeya Novecento (1976), cinta que reúne estrellas como Robert de Niro, Gérard Depardieu y Burt Lancaster. Aquí el autor nos cuenta muy a su manera, espectacular y magnífico la historia Italia en la primera mitad del siglo XX.

La herencia cinematográfica de Bernardo Bertolucci nos deja en claro que un autor no se encasilla en un solo estilo para contar historias, nos enseña que un autor aborda los más variados temas, desde luego con su muy particular visión, con elementos estéticos siempre presentes en sus películas.

Las relaciones de pareja y sus conflictos, fueron una constante en su cine. El cielo protector (The Sheltering Sky; 1990), es una brillante adaptación de la novela homónima, publicada en 1949 por Paul Bowles. Donde Bertolucci plasma su obsesión por conflictos sentimentales.
Es de enorme valor la herencia que nos deja Bernardo Bertolucci, en lo cinematográfico, en lo ideológico en lo artístico.
 

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