¿Dónde se pierde la cordura, dónde se tuerce la visión de la realidad? Cuando escribo y hago cuentas de los días que faltan para el 7 de julio del 2024, quiero pensar que “todo pasará”. Las peores tormentas, las guerras, los temblores o los tsunamis son fenómenos que pasan. ¿Cuánto tiempo soportaremos al nuevo gobierno de la sinrazón? Esperemos que no sea más de seis años. 

Según apunta la opinión de los expertos y los editorialistas de casi todos los medios, el “Error de Octubre” costará mucho al crecimiento económico. 

Despreocupado, AMLO dice que en los terrenos del aeropuerto Benito Juárez se quería construir otro Santa Fe, esa parte de la CDMX que florece en lo urbano y lo económico; lugar donde trabajan miles de profesionistas, donde está la Universidad Iberoamericana y docenas de restaurantes, hoteles y comercios. Hagamos historia. 

La zona de Santa Fe era un basurero en el poniente de la ciudad cuando un genio tuvo la idea de crear un desarrollo urbano único en México. Fue Juan Enríquez Cabot, quien, alentado por Manuel Camacho cuando era Jefe de Gobierno con Carlos Salinas, decide invertir en su desarrollo. El instrumento fue Servimet (Servicios Metropolitanos), una paraestatal del entonces Distrito Federal. Camino a Toluca se diseñó una zona que albergaría centros corporativos, vivienda vertical y un moderno centro comercial. Enriquez Cabot es hijo de Antonio Enriquez Savignac, funcionario que en tiempos de Luis Echeverría desarrolló Cancún, el centro turístico más exitoso de Latinoamérica. 

Santa Fe es un símbolo de la participación conjunta de gobierno y empresarios, desarrollado por un hombre de absoluta integridad que hoy funge como uno de los visionarios más respetados de las ciencias de la vida en Harvard. 

La tierra, que no valía nada, se convierte en lugar fértil para empresas nacionales y trasnacionales donde trabajan miles de profesionistas del más alto nivel. 

Desde cualquier ángulo, Santa Fe es un éxito, una muestra de visión de largo plazo que incluso el propio gobierno perredista presumía en campañas políticas. 

Hoy AMLO acusa que se quería construir un “Santa Fe”, como si fuera un delito desarrollar algo que no daría frutos a nadie, como si crear, invertir y arriesgar fuera un crimen. 

Esa visión miope y la destrucción del enorme valor del proyecto de Texcoco ya se reflejan en el futuro económico del año que viene, incluso en lo que ya perdimos con la devaluación del lunes negro. Increíble que el propio Jonathan Heath, designado por AMLO para ocupar la silla de subgobernador del Banco de México, vea vientos adversos para el 2019; será difícil por la escasez de recursos, incluido el costo de parar el NAIM. 

Siri, la asistente de Apple, me responde: aún faltan 2076 días para la elección del nuevo presidente. Puede causar asombro tener la contabilidad diaria para salir de la pesadilla, pero al hacerlo recuerdo lo que mi padre decía: “todo pasará”. 

(Fe de erratas: un millón por ciento de inflación, lo que costaba el primero de enero un peso, hoy cuesta diez mil, no cien mil) Gracias Don Raúl Gutiérrez y Montero por la observación.

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