A mi esposa le dolió el estómago, francamente molesta me dijo que era una burla, una vergüenza. Tan solo ver la mesita afuera de Plaza Mayor en León y una urnita abierta sin control le hizo comprender la burla, la tomadura de pelo que es la famosa “consulta” sobre el NAIM y Santa Lucía.
Ya en el Whatsapp estaban comentarios de familiares expresando su sorpresa por la puesta en escena. Es una “vacilada” comentaba un amigo; es una “burla” decía un sobrino y me pedía darme una vuelta para corroborar lo que todos vivieron en el primer día de “votación”.
Más tarde, en Radio Fórmula con Pepe Cárdenas, Francisco Martín Moreno elevó una voz crítica que jamás había escuchado en radio sobre el tema. Interpretó a la perfección el sentimiento de engaño, de insulto para la inteligencia de los mexicanos lo que representa una “consulta” totalmente amañada y sesgada. Se refirió al “Error de Octubre” no como el que sucedería, sino el que ya sucedió.
De todo este enjuague ya surgen voces serias y profundas con el patriotismo de luchar por lo que creemos, por lo que es mejor para todos los mexicanos y no sólo para el contentillo del grupo en el poder. Auguro una resistencia sana a los actos arbitrarios del poder. Es indispensable para que atropellos como la cancelación del NAIM en Texcoco no sucedan por la voluntad extraviada del gobierno que viene.
En todo este peregrinar de palabras, no he leído a un sólo columnista, a un solo crítico serio que se pronuncie por Santa Lucía. Ni Sergio Sarmiento ni Federico Reyes Heroles ni Francisco Martín Moreno ni Carlos Loret de Mola ni Raymundo Riva Palacio ni Enrique Quintana ni las columnas editoriales de los periódicos en su conjunto. Nadie en su sano juicio puede preferir la bifurcación del pasaje aéreo a dos aeropuertos con menos capacidad futura y menor funcionalidad. Y para eso tirar 100 mil millones a la basura invertidos ya.
Quienes hablan a favor de Santa Lucía son los nuevos funcionarios que por pura lambisconería quieren quedar bien con las ideas torcidas de su jefe. Nadie más. Ninguna asociación de empresarios, pilotos, técnicos, hoteleros; ninguna agrupación de profesionistas, nadie apoya Santa Lucía. Todos entienden que es una broma de pésimo gusto, un sinsentido que jamás habíamos vivido desde los tiempos de Luis Echeverría o de José López Portillo cuando nacionalizó la banca.
Dos temas: primero la náusea compartida por docenas de opiniones recibidas, por amigos, lectores, familiares que no desean ser actores pasivos de nuestro destino. Luego la esperanza de un rápido despertar cívico ante la arbitrariedad del populismo.
El dólar caro, la gasolina más cara; la inflación al alza, los intereses al alza y las hipotecas, comenzando por el Infonavit, más difíciles de pagar. No se le puede pegar tan duro a México desde el poder sin que se note, sin que la gente comprenda al tiempo el engaño. Enrique Peña Nieto patrocinó la corrupción más grande de la historia del país y su partido desapareció del mapa. Si Morena se empeña en gobernar como lo hace desde ahora, logrará descomponer al país y ya no tendrá a quien echarle la culpa.
Efectivamente, México no es ni será Venezuela porque hay miles de mexicanos como Francisco Martín Moreno que no tienen miedo a elevar su voz cuando nos quieren tomar el pelo. Vaya a una urna y lo verá.
