Es el mes de octubre y celebramos diversos eventos que se relacionan con las mujeres; tan sólo por citar algunos, conmemoramos que desde 1953 la mujer tiene derecho al sufragio universal, se conmemora el día internacional del combate a la violencia en contra de las mismas y la prevención del cáncer de mama.

No obstante, aún estamos lejos de pasar del discurso a los verdaderos resultados, pues históricamente y con más de 4 mil años de historia de la humanidad, en menos de 70 años apenas vemos algunos cambios que ya eran necesarios desde hace centurias.

Lejos de las teorías del patriarcado, el matriarcado y las primeras formas de organización social, la realidad es que por siglos, la fuerza física de los hombres fue factor de dominio de género.

Difícilmente conoceremos a alguna mujer que no haya sido objeto de alguna clase de violencia, dentro o fuera de la familia, en la escuela, en el trabajo, en la calle… Entre muchas maneras de sufrir, sea moral e inclusive física.

No obstante, es sorprendente y encomiable, el ver que hace apenas 50 años, era difícil ver un número significativo de mujeres cursando estudios profesionales y menos aún un posgrado.

Hoy, a finales del 2018, tan sólo en la Universidad Politécnica de Tulancingo, en donde se ofertan 6 ingenierías, 2 licenciaturas, 7 maestrías y 2 doctorados; de cada 100 estudiantes, 56 son hombres y 44 son mujeres.

Si, a diferencia de hace más de 5 décadas, en donde de cada 100 estudiantes en ingenierías, a lo sumo eran 2, es decir el 98% de quienes tenían acceso a estudios profesionales, eran hombres y parecía que la educación superior era vedada a las mujeres.

Nadie les obsequió algo, ellas, a través de distintas figuras, foros, movimientos sociales, han ido escalando poco a poco posiciones que ha permitido transformar leyes; sin embargo aún vemos que no se les paga en la misma proporción que a un hombre por desempeñar el mismo trabajo y con la misma responsabilidad.

Lo que leeremos en general, es que los hombres no han permitido el avance de las mujeres, lo que en parte ha sido cierto, sin embargo y haciendo un análisis empírico en redes sociales, círculos sociales e inclusive académicos, vemos que por más increíble que parezca, las mujeres también han sido factor para evitar su desarrollo.

Ejemplos simples pero reveladores encontramos a diario, cuando una mujer expresa su derecho a decidir sobre su cuerpo, de inmediato otras mujeres les publican insultos no sólo como asesinas, sino inclusive ofensas como el que mejor cierren las piernas para evitar embarazarse.

Si una mujer obtiene una oportunidad para ser candidata de cualquier instituto político, les atribuyen su avance a algún favor sexual o relación de amasiato con algún hombre de poder.

En caso de recibir un aumento en su ingreso o responsabilidad laboral, las mismas compañeras les acusan de “haberse acostado con su jefe”, y en muchos de los casos, sus peores enemigos no son hombres, sino otras mujeres.

El desafío ahora no sólo es luchar en un “mundo de hombres”, sino aprender a hacer equipo, a impulsarse unas a otras y a entender que el respeto y el apoyo mutuo dará mejores resultados que las envidias y enconos.

Por hoy me despido, esperando tus comentarios.
Hasta la próxima.

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