Dada la histórica coyuntura que vive el país, resultado de la mega elección del 1 de julio pasado, hoy más que nunca la sociedad en general vuelca sus opiniones sobre política de forma cotidiana. Ya no son solo los líderes de opinión quienes comentan a través de un medio en particular temas de interés nacional, como lo es la situación política actual de México. Hoy, las redes sociales han pluralizado las opiniones, las redes han democratizado a la opinión pública.
El cine también ha funcionado en muchos casos como un medio de expresión política, casi desde su nacimiento. Siempre que me refiero al cine como medio de expresión política, tengo que hacer referencia al trabajo que hicieron algunos destacados cineastas sudamericanos en la segunda mitad del siglo XX. La labor cinematográfica fue un medio de crítica frente a las dictaduras de América del Sur.
El ejemplo más claro de esto es el movimiento chileno conocido como Cine del Exilio. Después del golpe militar de Augusto Pinochet, en 1973; la mayoría de cineastas chilenos se desperdigaron por el mundo, generando obra fílmica con una gran connotación política en sus contenidos. Nombres como Miguel Littin, Patricio Guzmán o Helvio Soto, entre muchos otros forjaron un cine de resistencia, lejos de su tierra.
En México, históricamente ha sido mucho menos impetuosa la realización de cine político. Quizá por la autocensura que se vivió en la llamada época de oro, quizá por la apatía de los antiguos realizadores ante las condiciones que vivía el país. El cine mexicano con contenido político es escaso, pero lo que se ha producido al respecto ha dejado un retrato de cómo se vivieron ciertos puntos importantes de nuestra historia política.
Una película de hace más de 40 años, que sigue manteniendo vigencia gracias a lo que nos cuenta, a sus personajes y al contexto que nos muestra es, ‘Renuncia por motivos de salud’, estrenada en 1975, dirigida por Rafael Baledón y protagonizada por el gran Ignacio López Tarso. La película aborda el tema de la corrupción en el gobierno, cuestiona la ética y la moral de los personajes políticos. Temas que sin duda parecen actuales en nuestro México.
El director Luis Estrada irrumpió a finales de los 90 con el inicio de una tetralogía basada en la actualidad política nacional. Lo hizo con La Ley de Herodes, en 1999. Esta cinta causó gran polémica primero por una censura y después de su estreno, por el contenido tan audaz para la época, el fin del primer gran periodo priista. Con humor y sátira, Estrada avanzó después con Un mundo maravilloso en 2006; El Infierno, el 2010 y terminó en 2014 con La dictadura perfecta; en esta última actúa como primer mandatario de la República, el hoy flamante Presidente de la Comisión de Cultura y Cinematografía de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión, Sergio Mayer.
Respecto a este tema yo me quedo con las películas de la más grande figura cinematográfica del país, Cantinflas. Quien con un fino humor supo hacer crítica del sistema en películas como: Si yo fuera diputado (1952); Su excelencia (1967) y El ministro y yo (1976). Además de las acometidas al gobierno en los diálogos de casi toda su filmografía.
