Al amanecer hay nuevo gobierno en Guanajuato y con su llegada resurge la esperanza de tiempos mejores. Diego Sinhué Rodríguez Vallejo llega al poder Ejecutivo con la juventud y la energía de alguien determinado a cumplir sus promesas.
Más que un elogio, es la descripción de lo que hemos visto y conversado en las últimas semanas. Hoy la entidad se renueva y el propio Diego deberá tener una mutación de madurez acelerada.
La gente que lo acompaña para ayudarlo en sus metas tiene mayor edad que él. Fue sabio en rodearse de gente experimentada e intachable como Luis Ernesto Ayala en la Secretaría de Gobierno o Héctor Salgado en Finanzas. Bueno el no dejar en manos del Yunque la educación pública y bueno también haber convencido a un extraordinario empresario de Celaya para cubrir la promoción económica de la entidad.
El problema que más agobia y ensombrece la vida pública es la criminalidad, la falta de seguridad y la pérdida del estado de derecho. Miguel Márquez Márquez deja un estado convulsionado por la matanza cotidiana y la ausencia de soluciones reales a las policías. Como mancha gigante en las corporaciones queda el homicidio de 55 policías (la peor muestra de debilidad) en 2018 y de 8 mil 353 víctimas de una guerra sin fin durante el sexenio.
Diego mantiene en sus puestos al procurador de justicia, Carlos Zamarripa y al secretario de seguridad, Alvar Cabeza de Vaca. La decisión más controvertida de todas. Su ventaja es que contará con la firmeza de Luis Ernesto Ayala para dirigirlos. A muchos ciudadanos (me incluyo) nos hubiera gustado no sólo un cambio de rumbo, sino también cambio de mandos. Sabemos que no es fácil. Si el gobernador Rodríguez confía en su instinto político y prefiere el camino complicado conocido que el nuevo por conocer, hay que darle el beneficio de la duda.
Si cumple y pacifica el estado, querrá decir que Miguel Márquez no tenía la competencia para gobernar. Si no logra las metas pronto, tendrá que reflexionar sobre su decisión y hacer más cambios.
De verdad anhelamos todos que triunfe ante el caos y la miseria humana de la ley de la selva en que vivimos.
Nuestro deber es apoyarlo en todo desde el principio. Empresarios, líderes sociales, alcaldes, legisladores, jueces, magistrados, universitarios, maestros, todos debemos acompañar y ayudar al joven gobernante. Aceptar sus primeras decisiones y poner todo nuestro empeño por ser leales a Guanajuato.
Hoy Diego es el gobernador de todos. Los partidos quedan atrás; la pluralidad creciente de ideas es fortaleza; la distinción de Guanajuato como el único estado discrepante en la elección presidencial nos obliga a ser la mejor entidad del país.
Hace muchos años que no tenía tanta esperanza en un cambio de gobierno, en la figura singular de un joven empeñoso que pondrá su alma y espíritu para vencer la adversidad. Sé que no tiene afán de riqueza ni de lucro, que desea hacer un gobierno limpio y transparente.
También sabemos que es mucho el poder concentrado en un hombre tan joven y que puede flaquear ante la tentación autoritaria. Si suma a su entusiasmo un genuino interés en escuchar y tolerar puntos de vista distintos, si se nutre de la sabiduría de muchos, se convertirá en el mejor gobernante de Guanajuato en 50 años.
