Las historias que nos ha  contado el cine, casi de sus inicios han sido de felicidad, pueden tener obstáculos, tragedia, dolor, pero casi siempre felicidad. El cine nos llevó a vivir historias con final feliz. Hacia ese punto utópico nos ha llevado la magia del cine.

Y no me refiero solo a historias de amor, no me refiero solo a historias de pareja donde el amor siempre resultaba triunfante. El cine nos vendió historias épicas, fantásticas y llenas de dicha en su relato, donde al final el bien siempre triunfaba sobre el mal.

Pasaron muchos años después del nacimiento de cine como un nicho para ficción ideal, para que los autores y creadores se permitieran exponer que en el cine no siempre triunfaba el amor, que en el cine no siempre triunfaba el amor que idealizamos.

El cine y su narrativa, conforme fueron avanzando, de la mano de la evolución del espectador, fueron apostando por fórmulas menos optimistas a la hora de finalizar una historia en la gran pantalla.

Las cinematografías ajenas a la parafernalia de Hollywood fueron las primeras en apostar por finales infelices, por finales donde no triunfaba el bien sobre el mal. El espectador.Los espectadores de estas hisorias también quería ver en los cines, finales como los que vivían en su vida. fuera de fantasías e ideales.

La historia que más nos ha vendido el cine en toda su existencia, es el bello y perfecto cuento de amor. Pero también nos has dado extraordinarias historias de desamor con memorables títulos que incluso se han convertido en culto, como 500 días con ella (500 days of summer), película del 2009, dirigida por Marc Webb. No solo muy atrevida y acertada en su concepto narrativo, también muy arriesgada al romper paradigmas sobre las historias de amor en el cine.

Quizá ahora resulte cotidiano y casi sin importancia tener finales no felices en el cine. Créanme que las generaciones de antes no esperaban esto, lo único que esperaban al final de una película era ver un final feliz.

A mí, como espectador me gustan las historias y los finales felices. Ya la vida es para algunos demasiado difícil o poco feliz, como para deleitarse con una película que no lo sea. Tal como lo es Trolosa (2000), película dirigida por Liv Ullman, sobre un magistral guion del gran Ingmar Bergman. Una historia infeliz de principio a fin.

¿Cuántas películas con final infeliz, ha visto usted? ¿Alguna es de sus favoritas? Las películas con final infeliz no son solo de desamor. El final infeliz, también termina con la derrota y la destrucción del protagonista, o del mismo modo, con el triunfo del traidor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *