Las reglas son como las vías del tren: facilitan el acceso a determinados puntos geográficos, pero, si no te sales de ellas, no llegas a lugares nuevos, a los que aún no ha llegado la red ferroviaria. La creatividad para solucionar problemas enquistados consiste en salirse de las vías, romper las reglas y explorar nuevas rutas.
Este último párrafo es de un libro llamado Pensar como Einstein, de Scott Thorpe. Hace tiempo me dijeron que la razón es cuadrada, como la televisión y los celulares, y que si rompes con esa lógica, con las reglas, te conviertes en un inadaptado, rebelde o loco.
Cuando se rompe con lo establecido, llámense leyes, paradigmas, creencias o tradiciones, nacen infinitas posibilidades de crear algo nuevo. Por ello la locura no es bien vista por los gobiernos, modelos políticos, instituciones religiosas y estructuras enquistadas, pues saben que afecta sus intereses. Es como si apagaras el televisor o el teléfono.
Hay muchas formas de hacer las cosas, utilizando la lógica y su razón, son viejas inercias que en su momento funcionaron y que ofrecieron seguridad, más no libertad. Sin embargo, hoy hay muchas reglas que están caducando, pues todo cambia y más con esta generación de semillas estelares que encarnamos. Algunos les llaman índigos, niños cristales o arcoíris que quiebran esa cuadratura de la realidad.
Sin embargo no se trata de romper por romper las reglas. Se trata de hacerlo creativamente, elevando la consciencia como lo han hecho varios locos de la historia, uno de ellos es Edgar Allan Poe, fue sincero y dijo: “Me convertí en un loco con grandes intervalos de horrible cordura”.
También lo hicieron Leonardo Da Vinci, Tomas Alba Edison y Albert Einstein, mentes que en su momento llamaron locos, pues desafiaron lo establecido para crear otra realidad. Sucedía algo particular cuando Edison y Einstein platicaban sus ideas sobre inventos nuevos, lo primero que escuchaba era: “Are you crazy?”, es decir “¿Estás Loco?”… ¿te suena?
En algún momento de nuestras vidas hemos escuchado estas palabras cuando nos surge una idea nueva y la exteriorizamos. Se nos ha acostumbrado a reprimir esa locura que desafía la razón.
La locura te permite salir de lo cuadrado del juicio y te abre la puerta al mundo de las posibilidades del corazón, ese corazón donde todos cabemos y donde se puede experimentar la ‘completitud’.
Cada religión institucional, partido político, gobierno o grupo que defiende una ideología cree estar en posesión de una verdad, una verdad incompleta. Buscan tener, de alguna forma, la razón sobre las demás posturas a fin de ganar seguidores o reconocimiento, un reconocimiento que solo alimenta el ego.
NO QUIEREN QUE DESPIERTES
Este viejo paradigma de querer tener siempre la razón, nubló la mirada de muchas personas, fue “un viejo sistema de creencias que nos hizo pensar que era más importante tener la razón que ser felices, que nos hizo olvidar que somos seres luminosos para convertirnos en consumidores racionales”, como lo compartió, desde el corazón, Santiago Pando en su película Creer es Crear.
La visión del corazón es la verdad completa, hacia donde todos vamos; ahí ya no es necesario tener la razón, ni disputarse el marcador porque recobramos nuestra ‘completitud’. Fluir, agradecer y disfrutar el presente, conectando aquello que en algún momento se dividió es LO QUE PERMITE LA LOCURA.
Los niños son completamente unos loquitos, puro corazón, creativos y auténticos pues no necesitan demostrar nada. La máxima que alguna vez escuché: “para entrar al reino de los cielos hay que ser como niños”, un cielo o paraíso que no se vive después de la muerte.
Ese cielo del que se habla es física: aceleración atómica que te percibir la cuarta y quinta dimensión, aún con tu cuerpo denso. Es un estado sutil y de gracia, semilla que implantó Antoine De Saint Exupéry en su libro de El Principito: “Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos”.
Acceder a estos estados de gracia o sutiles se hace cuando abres los ojos del corazón, no el físico que bombea sangre y genera tu electromagnetismo o campo áurico, es una de las glándulas que tenemos, de la cual, en otro escrito hablaré.
Aquí la clave para abrir esas puertas dimensionales son las y los niños. Ellos son considerados una de las consciencias más elevadas que hay en este planeta y hay que tener muy presente que nosotros también fuimos y somos niños.
Comparto el link de la película Creer es Crear, de Santiago Pando, un filme que nos conecta al corazón:
