En las campañas la comparación predilecta de los adversarios de Andrés Manuel López Obrador son Nicolás Maduro y Hugo Chávez. “Si gana El Peje, el país caerá en la vorágine económica, perderemos la estabilidad, el dólar se irá a los cielos, se fugarán capitales y talentos”. Ese es el pavor.

Pocos apuestan a la transformación política en Morena, a la conversión hacia políticas moderadas y benéficas para las empresas. Eso pasó en Brasil en 2003, cuando el ex líder sindical y carismático político, Luis Ignacio Lula da Silva encabezaba las encuestas. Antes de las elecciones el Real se devaluaba, los bonos soberanos de Brasil llegaron a valer 55 por ciento de su precio de emisión y las tasas de interés se iban al cielo por la incertidumbre. Muchos aventaron sus bonos brasileños que daban un rendimiento de carátula del 12  y hasta el 14 por ciento anual. Quien compraba bonos caídos obtenía hasta un 20 por ciento cuando llegaron a 55 centavos.

En ese entonces pregunté a un amigo con experiencia en inversiones y con calma me dijo: “tengo bonos brasileños que compre a la par, sé que andan bajos pero voy a esperar, son muy buena inversión”. Eran bonos denominados en dólares, por tanto la tasa era muy atractiva. Al tiempo subieron a 129. Duplicaron su valor.

Llegaron las elecciones, gana “Lula” y comienza una transformación inédita en el país sudamericano. Nombra a un experto financiero moderado, Henrique Meirelles, al frente del Banco Central; arregla cuentas con el Fondo Monetario Internacional con el que firma acuerdos. La enorme deuda externa de Brasil cede y los intereses bajan por el flujo de retorno del capital nacional y extranjero. El Real se fortalece como nunca. El país se convierte en el amor de los inversionistas y un economista lo nombra parte del BRICS:  Brasil, India, China y Sudáfrica. Un acrónimo fácil de recordar porque sonaba a ladrillos en Inglés.

Viene el descubrimiento de petróleo, la fortaleza de las materias primas y los productos agrícolas a gran escala. Lula es el héroe que reduce la pobreza, eleva el crecimiento y sube la calificación de su deuda pública al “grado de inversión”. Brasil paga deudas al FMI y se alista para entrar a las grandes ligas con su buen cliente China y una base industrial creciente.

Lula se convierte en el mejor presidente de Brasil a principios de Siglo. Luego el entusiasmo se extingue cuando viene la Gran Recesión de 2008 y los precios de las materias primas caen junto con su petróleo y PETROBRAS, la empresa que usaron los políticos corruptos allegados al gobierno para enriquecerse a lo bestia.

¿Puede ser AMLO una sorpresa positiva como lo fue Lula en sus primeros años? Tendría que valerse de personajes preparados como José Antonio Meade o el propio Ricardo Anaya. Imagine, sólo por juguetear, un gobierno de coalición. El Peje de presidente conteniendo a los radicales, Anaya en Gobernación enfrentando múltiples conflictos y apurando la seguridad pública y Meade como Jefe de Gabinete, orquestando un proyecto visionario y futurista para el país.

Basta de sueños, luego podemos despertar en pesadilla. Gerardo Fernández Noroña en Gobernación, Napoleón Gómez Urrutia en la Secretaría del Trabajo y Martí Batres en Educación Pública. Sabemos que AMLO ya “designó” gabinete pero no es seguro que abandonaría a los “duros” de su partido en la banca. En esta elección todo puede suceder. (Con apoyo de Wikipedia)

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