Estábamos encantados con la película, una de las mejores sobre política que hubiéramos visto en los últimos meses. “Las horas más oscuras”, que relata la angustia de Winston Churchill para decidir si Inglaterra se rinde a Hitler en 1940 ante el avance y el acecho a sus tropas en Dunkerque o lucha hasta la victoria. Cuando finalizó, vimos que atrás de nosotros esperaban Lupita Montes de Oca y Eliseo Martínez. Saludó con su amplia sonrisa y su rostro grande, Lupita del brazo. Pude hacerle un comentario breve: cómo nos hacen falta políticos de ese tamaño. El flujo de salida nos impidió charlar, eso fue el sábado antes de su partida.

La pérdida de Eliseo nos hace recorrer la historia reciente. Uno de los alcaldes más exitosos y queridos pierde su fortuna por servir, por alejarse de las empresas para practicar la política sin ambiciones económicas. Un torbellino de recuerdos. En el 2000, cuando Vicente Fox abría la puerta a la alternancia, cerraba la puerta junto con el Yunque a quien hubiera sido un extraordinario gobernador. Cuando todos creíamos que su desempeño como alcalde y su presencia en Acción Nacional le abriría las puertas a la candidatura porque era el mejor, subrepticiamente un puñado de “operadores” políticos se sacó de la manga a un candidato que ni siquiera pertenecía a ese partido. Juan Carlos Romero Hicks fue electo candidato gracias al acarreo y sabotaje de la elección por parte de Juan Manuel Oliva. El experto en trampas electorales encomendó a Gerardo Valdovinos de Silao, acarrear gente del campo para inflar la votación de Romero. Tenía la consigna de Elías Villegas Torres y de Vicente Fox, de reventar la candidatura de Eliseo. Era cuando aún el PAN disfrazaba las sucesiones con votaciones de sus miembros. Frustrado, el ex alcalde emprendió campañas con otros partidos. Estuvo cerca de retomar la misma alcaldía con el partido Verde y el PRI. Su entusiasmo ciudadano nunca disminuyó. Al final participaba en el Observatorio Ciudadano, como una conciencia lúcida fuera de las estructuras de partidos.

Uno de los temas que más le apasionaba era la eficiencia en la administración pública. Siempre hacía notar cómo la burocracia y el gasto inútil crecían en el Ayuntamiento. Ese amor a la política de bien le costó mucho, primero la prosperidad de sus empresas y luego la angustia por reconstruir su patrimonio. Tuvo siempre manos amigas, de personas que le apreciaban en su justa valía. Uno de ellos fue Roberto Plasencia Saldaña, quien estuvo siempre cerca en las épocas difíciles, en las horas oscuras de su vida.

Cuando los comentarios inflamados de muchos ciudadanos califican a los políticos como “todos iguales, todos corruptos”, pienso en los casi 40 años que hemos sido testigos de las administraciones locales, 17 presidentes, desde la Junta de Administración Civil que encabezara Roberto Plasencia en 1978, hasta Héctor López. En su mayoría fueron ciudadanos honestos con voluntad política de servir. Sólo recuerdo tres administraciones donde los alcaldes tomaron ventaja personal. Uno de ellos tuvo que ser removido. Sin duda uno de los más populares fue Eliseo. Se empeñó por urbanizar calles, por tener espacios verdes como el Parque Metropolitano que hoy es uno de los lugares más preciados de la comunidad y base de éxito del Festival del Globo. Su talante sencillo, su corazón abierto lo hicieron muy cercano a la gente. Lo recordamos con aprecio y nostalgia. (Continuará)

Perspectiva

Eliseo

Enrique Gómez Orozco

 

Estábamos encantados con la película, una de las mejores sobre política que hubiéramos visto en los últimos meses. “Las horas más oscuras”, que relata la angustia de Winston Churchill para decidir si Inglaterra se rinde a Hitler en 1940 ante el avance y el acecho a sus tropas en Dunkerque o lucha hasta la victoria. Cuando finalizó, vimos que atrás de nosotros esperaban Lupita Montes de Oca y Eliseo Martínez. Saludó con su amplia sonrisa y su rostro grande, Lupita del brazo. Pude hacerle un comentario breve: cómo nos hacen falta políticos de ese tamaño. El flujo de salida nos impidió charlar, eso fue el sábado antes de su partida.

La pérdida de Eliseo nos hace recorrer la historia reciente. Uno de los alcaldes más exitosos y queridos pierde su fortuna por servir, por alejarse de las empresas para practicar la política sin ambiciones económicas. Un torbellino de recuerdos. En el 2000, cuando Vicente Fox abría la puerta a la alternancia, cerraba la puerta junto con el Yunque a quien hubiera sido un extraordinario gobernador. Cuando todos creíamos que su desempeño como alcalde y su presencia en Acción Nacional le abriría las puertas a la candidatura porque era el mejor, subrepticiamente un puñado de “operadores” políticos se sacó de la manga a un candidato que ni siquiera pertenecía a ese partido. Juan Carlos Romero Hicks fue electo candidato gracias al acarreo y sabotaje de la elección por parte de Juan Manuel Oliva. El experto en trampas electorales encomendó a Gerardo Valdovinos de Silao, acarrear gente del campo para inflar la votación de Romero. Tenía la consigna de Elías Villegas Torres y de Vicente Fox, de reventar la candidatura de Eliseo. Era cuando aún el PAN disfrazaba las sucesiones con votaciones de sus miembros. Frustrado, el ex alcalde emprendió campañas con otros partidos. Estuvo cerca de retomar la misma alcaldía con el partido Verde y el PRI. Su entusiasmo ciudadano nunca disminuyó. Al final participaba en el Observatorio Ciudadano, como una conciencia lúcida fuera de las estructuras de partidos.

Uno de los temas que más le apasionaba era la eficiencia en la administración pública. Siempre hacía notar cómo la burocracia y el gasto inútil crecían en el Ayuntamiento. Ese amor a la política de bien le costó mucho, primero la prosperidad de sus empresas y luego la angustia por reconstruir su patrimonio. Tuvo siempre manos amigas, de personas que le apreciaban en su justa valía. Uno de ellos fue Roberto Plasencia Saldaña, quien estuvo siempre cerca en las épocas difíciles, en las horas oscuras de su vida.

Cuando los comentarios inflamados de muchos ciudadanos califican a los políticos como “todos iguales, todos corruptos”, pienso en los casi 40 años que hemos sido testigos de las administraciones locales, 17 presidentes, desde la Junta de Administración Civil que encabezara Roberto Plasencia en 1978, hasta Héctor López. En su mayoría fueron ciudadanos honestos con voluntad política de servir. Sólo recuerdo tres administraciones donde los alcaldes tomaron ventaja personal. Uno de ellos tuvo que ser removido. Sin duda uno de los más populares fue Eliseo. Se empeñó por urbanizar calles, por tener espacios verdes como el Parque Metropolitano que hoy es uno de los lugares más preciados de la comunidad y base de éxito del Festival del Globo. Su talante sencillo, su corazón abierto lo hicieron muy cercano a la gente. Lo recordamos con aprecio y nostalgia. (Continuará)

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