Guanajuato.- Yanet y su hijo Uriel, originarios de Dolores Hidalgo y víctimas de la explosión de una pipa de gas en Iztapalapa, Ciudad de México, siguen reportados en estado de salud grave a casi un mes del trágico accidente. El menor, Uriel, tuvo que ser trasladado a Estados Unidos para recibir atención especializada.
Yanet, de 22 años, sufrió quemaduras en el 60% de su cuerpo, mientras que su hijo Uriel, de 2 años, resultó con quemaduras en el 30%.
Gabriel Alfredo Cortés Alcalá, secretario de Salud de Guanajuato, informó que la recuperación de ambos pacientes es lenta y que requerirán múltiples intervenciones quirúrgicas.
Están graves todavía, uno de ellos fue trasladado a la ciudad de Galveston. Es la última notificación que tuvimos y el estado sigue siendo grave. Son secuelas que se irán resolviendo con el paso del tiempo, pero es una evolución lenta”, dijo el funcionario estatal.
Traslado del menor a Texas y lenta recuperación
El pequeño Uriel fue trasladado al Hospital Shriners para Niños en Galveston, Texas, para continuar su tratamiento y recibir una nueva intervención quirúrgica. Mientras tanto, Yanet continúa internada en el Centro Nacional de Rehabilitación en la Ciudad de México.
Cortés Alcalá explicó que no hay un tiempo estimado para la recuperación total, ya que el porcentaje de quemaduras que tienen exige muchas cirugías para colocar injertos de piel y realizar aseos quirúrgicos.
Dependiendo de la evolución de las quemaduras, es el tiempo de evolución. Pero normalmente un paciente con quemaduras del 50%, 60% puede durar tres o cuatro meses en esta etapa de recuperación crítica”, explicó.
El Secretario de Salud agregó que se ha brindado apoyo con algunos insumos a través del Instituto Nacional de Rehabilitación, aunque señaló que hasta el momento no se ha requerido un apoyo mayor.
La tragedia crece, Sheinbaum confiesa falta de inspecciones
Al 2 de octubre de 2025, el saldo de la tragedia ocurrida en Izatapalapa había ascendido a 31 personas fallecidas, incluyendo al chofer de la unidad. Un total de 13 víctimas permanecían hospitalizadas en estado grave, en muchos casos con quemaduras letales, mientras que 40 personas habían sido dadas de alta. La tragedia puso de manifiesto el peligro de los miles de camiones que transportan este combustible esencial para la mayoría de hogares y negocios en México.
Tres semanas después del incidente, la presidenta Claudia Sheinbaum, reconoció fallos graves en la vigilancia del transporte de gas, al confesar que “antes no había inspección” en los camiones de este tipo. Como respuesta, se anunciaron nuevas reglas de seguridad que se harían obligatorias, entre ellas: inspecciones más profundas de los vehículos, la obligatoriedad de que los camiones incorporen aparatos de control de velocidad y GPS (el cual ya era obligatorio, pero no se monitoreaba), y una mejor capacitación para los conductores. La vigilancia de estas nuevas normas recaería en un centro de control de la Secretaría de Energía.
AAK
