(Con información de Eribaldo Gutiérrez y José Trinidad Méndez)
Ciudad de México.- En su editorial Desde la fe, la Iglesia católica aseguró que el hallazgo del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco debe indignar y advirtió que “hemos dejado de escuchar a quienes sufren”.
Agregó que la desaparición forzada de personas y observar a miles de madres, padres, hermanos, hermanas, abuelas, abuelos, buscando a sus familiares secuestrados por la delincuencia también son hechos que deben de indignar.
La Iglesia señaló que “tantas veces nos hemos indignado a causa de la violencia que dejamos de indignarnos” y advirtió que, en medio del ruido ensordecedor de cifras, dolor y hechos violentos, dejamos de escuchar a quienes sufren.
Tantas veces las víctimas de la delincuencia nos han gritado “queremos justicia”, que los hemos dejado de escuchar. Tantas veces hemos conocido la noticia de alguien cercano que murió a manos del crimen, que hemos dejado de ser sensibles”, dijo.
“Hemos escuchado de un muerto aquí y allá, los dos de Cerocahui, 72 en San Fernando, 43 en Ayotzinapa, 29 en Culiacán, y un gran número de desaparecidos en México”, añadió.
Ante ello, la institución llamó a recuperar la escucha hacia las víctimas de la violencia, los familiares de éstas y hacia todos los que pueden aportar alguna contribución que lleve a erradicar la violencia.
Además, reconoció la labor de las madres buscadoras, “pues nos han enseñado cómo los valores familiares sí dan resultados, cómo el amor, la fuerza y la valentía son capaces de sostenerlos incluso en los momentos más difíciles, cómo el dolor es más soportable si se acompaña en familia y en hermandad”.
En ese sentido, la Iglesia hizo un llamado para seguir el ejemplo de estas madres y familias buscadoras, y hacer nuestros los valores que a ellos los han hecho fuertes.
Las familias buscadoras nos dejan claro que las familias son la esperanza del mundo, aún en medio del dolor y la adversidad”, concluyó.
Llama Obispo a autoridades asumir responsabilidades y dejar de echar culpas
Tras el hallazgo de hornos clandestinos en Jalisco, el obispo de la Diócesis de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, hizo un llamado a las autoridades a asumir su responsabilidad y dejar de echar culpas, así como frenar este delito que ha acabado con muchas vidas.
Es difícil a veces aceptar estas realidades por todos, quisiéramos a veces negarlas y decir que no están; sin embargo, nos está gritando cada día un poco la sangre y el grito del éxodo que dice llega hasta al cielo, clama hasta al cielo y hoy claman a Dios”, dijo.
Señaló que le llama la atención que después de varios años se siga hablando de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, cuando existen más crímenes como el campo de exterminio que se encontró en Jalisco y que son graves y dolorosos.
“No podemos decir solamente que se va a decir la verdad, sino que realmente se llegue a la verdad, a mí se me hace paradigmático la forma en la que se ha manejado Ayotzinapa, cuántas veces se ha dicho que es la verdad, cuántas promesas de investigación y seguimos en la duda”, refirió.
Monseñor expresó que se necesita investigar, ya que existe mucho dolor y esto lo ha visto con las personas que tienen a sus seres desaparecidos, que le han expresado la intención de acudir hasta ese lugar a buscar indicios de sus desaparecidos.
Es algo muy doloroso y son quienes están buscando, si negamos que hay desaparecidos, si negamos que hay esto, no lo vamos a investigar, ojalá que este sea un grito fuerte que se escuche, ayer (sábado) hubo muchas manifestaciones en muchas ciudades, en muchos lados, que podamos escuchar no solo las autoridades, sino a todos, porque nos toca todos y nos llega a todos, ojalá sí podamos escuchar este grito de dolor”, concluyó.
Exhorta Arzobispo a orar y mantener la fe entre mucha violencia y desigualdades
El Arzobispo de León, Jaime Calderón Calderón, exhortó a la grey católica a orar y mantener la fe ante la realidad que se vive en el país de violencia, inseguridad, pobreza y desaparecidos.
“Estamos viviendo en una sociedad con una situación de mucha violencia y desigualdades. Ahí podemos entender que la última palabra no son los problemas, las dificultades y unas relaciones que necesitan ser redimidas; que la pobreza no es la última palabra de Dios; que las desapariciones no son la última palabra de Dios, pero desde ahí tenemos que levantar la mirada al Señor para que nos ayude a redimirlas y a transformarlas”.
En la homilía de la Misa dominical, en la Basílica Catedral de León, Monseñor Calderón, que ante la realidad que se vive, debemos asumir la propia cruz en esta vida.
Necesitamos volver a la realidad. En el cada día, tenemos que ir afrontando nuestra propia cruz, y aquí valdría la pena detenernos a pensar cuál es mi cruz. Hay que ponerle nombre y apellido a las dificultades, como una situación de enfermedad, de un problema de relación familiar y que se requiere de una redención”, señaló el Arzobispo.
En su sermón dijo que estamos llamados a renovar y transformar nuestra vida; a renovar la conciencia del tipo de mesías al que nosotros hemos depositado también nuestra existencia, y a esa renovación estamos llamados todos.
“Que nuestras vidas sean esa transfiguración. El camino Cuaresma, el camino de la cruz, es el camino para poder llegar a la gloria, para poder llevar a la muerte el pecado de nuestro egoísmo, para poder renacer a la vida de Dios, no hay otro camino”, puntualizó Monseñor.
El Prelado añadió: “hoy estamos llamados a que nuestras vidas se vayan transformando, y no para que los demás nos alaben, de ninguna manera, porque eso sería traicionar la obra de Dios”.
Destacó el arzobispo que el camino Cuaresmal es una oportunidad para transformar la vida de las personas. Se tiene que buscar un camino de purificación y no traicionar al Señor, coger la cruz siempre en servicio de los demás.
Hay otras cosas que podemos mirarlas al interior de nosotros como es el odio, envidias, rencores, ambiciones que nos hacen, muchas veces, sumirnos en la oscuridad de nuestros propios pecados y miserias”, señaló.
Puntualizó que la última palabra del Señor no es la muerte, la última palabra del Señor para su hijo es la gloria, la resurrección y la vida.
“El camino cuaresmal es como un internamiento al desierto, al desierto de la vida; es el ayudarnos a entender ese camino Pascual, como lo vive el Señor Jesús, y como nosotros también tenemos que ir dando paso a paso, para vislumbrar lo que hay para nosotros”.
Teniendo en cuenta el Evangelio de este domingo, recordó que en el texto de la transfiguración del Señor. El Señor se transfigura y le ayuda a entender a sus discípulos la gloria, a una vida de oración.
Es un contexto de oración en el que la vida se va transformando, la oración manifiesta la prioridad de una persona frente a Dios; el Papa Francisco dice que el que no ora es soberbia, porque cree que la vida y la salvación la puede llevar por su sola fuerza”.
Y acotó: “nosotros, por nuestras propias fuerzas, no podemos; nuestra vida no puede cambiar, sino esta unidad al Señor”.
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