León, Guanajuato.- A la orilla de la carretera las flores amarillas resaltan igual que entre los llanos que rodean la comunidad de Arrastres, entre algunas de ellas casi se logran confundir las cintas amarillas de “precaución” que rodean el sitio donde fue encontrado el cuerpo de Lorena.

Las ramas de la hierba están revueltas en ese punto que está a unos metros de la carretera Silao-San Felipe y justo a un lado de un camino de terracería que lleva a la comunidad de Arrastres, dónde vivía Lorena.
Arrastres no tiene más que un par de tramos pavimentados por los propios vecinos, todas sus demás calles son sinuosas, desgastadas por las recientes lluvias, con la piedra de río expuesta.

Pocas personas se ven caminando en ellas y aquel campo de futbol que vio campeona a Lorena está vacío en el mediodía de domingo.
La verdad es que si hay miedo entre la gente”, confesó una de las vecinas de la comunidad, pues tenía mucho tiempo que no pasaba algo así en Arrastres.
No sólo a Lorena la asesinaron, también a una joven hace 37 años
El asesinato de Lorena revivió esa oscura memoria entre los habitantes más longevos, hace 37 años hubo otro hecho similar.
Tan similar, que la víctima fue otra mujer, “pero no fue algo tan violento como ahora” recordó uno de los pobladores.

En esa ocasión un joven de apenas 23 años apuñaló a su esposa. Otro feminicidio pesa sobre Arrastres.
Algunas casas de adobe se ven entre las fachadas de concreto, y un viejo casco de hacienda sirve como referencia para los habitantes.
Ahí en la hacienda da vuelta hacia arriba para ir a la carretera y a unos 300 metros está uno de los últimos postes y un pino, por ahí están todavía las cintas”.
Los sismos de hace unas semanas se sintieron, pero ha sido este feminicidio el que cimbró a la comunidad
Esas cintas que casi se confunden con esas flores son una cicatriz reciente de una herida que estuvo sangrando por horas, esas horas que pasaron entre su muerte en la madrugada de ese 29 de septiembre y el momento en que retiraron su cuerpo, que fue casi a las 2:30 de la tarde.

Una cicatriz que será vista una y otra vez, abierta y punzando.
A unos metros de ese lugar un anuncio reza: “Gobierno con Rostro Humano y Social”, pero es un rostro que la familia de Lorena no ha visto, pues poco saben de las investigaciones de su asesinato, y ni siquiera han recibido atención psicológica en medio de la vorágine de incertidumbre y dolor.
Por eso familiares y amigos fueron a San Felipe a exigir justicia, y ahí su madre veía el pavimento caliente con una mirada de dolor, sus ojos apenas contienen las lágrimas, mientras camina sosteniendo la foto de su hija para pedir que se esclarezca su asesinato, sosteniéndose de esa esperanza de justicia para no derrumbarse.
AM
