El cielo turbio y gris, así como la amenaza de tormenta no representaron obstáculo alguno para que miles de personas se congregaran en los alrededores de la compuerta de la Presa de la Olla y por un año más ser testigos de su apertura, en una tradición que ha trascendido a los siglos y se fortalece al paso de los años.

Justo cuando el reloj marcaba las 13:00 horas, el Gobernador del Estado, Miguel Márquez Márquez y el alcalde, Édgar Castro Cerrillo dieron la señal con un pañuelo blanco en las manos para que las compuertas fueran abiertas.

El estruendo del agua al caer en cascada y rebotar contra las canteras del desagüe principal del vaso de captación levantó el ánimo de los asistentes, quienes comenzaron a aplaudir, mientras el agua saturaba los canales que corren bajo la ciudad, para desazolvarlos, ya que esa es la intención original de la fiesta.

La gente que se arremolinó alrededor de la compuerta, sobre el parque Florencio Antillón y los funcionarios que formaron la comitiva oficial, fueron testigos por un año más de esta tradición que sigue transmitiéndose de generación en generación.

Ni la amenaza de lluvia, ni la protesta que llevó a cabo la organización “Guanajuato ya Despertó”, minaron los ánimos de chicos y grandes, quienes juntos dan forma a una fiesta y a una de las tradiciones que más identifica a los habitantes de esta ciudad, que siempre esperan con interés el día de la apertura de la Presa de la Olla.

Aunque es un festejo propio de los habitantes de la ciudad, quienes lo adoptaron desde el siglo XVIII, cada vez es más grande la cantidad de personas que vienen de otras ciudades del Estado y de otras del país, así como de algunas del extranjero a ser testigos de una fiesta que no tiene par alguno en todo México.

Mientras el tradicional “Vals sobre la olas” del ilustre compositor guanajuatense, Juventino Rosas era entonado por la Banda del Estado, las aguas comenzaron a correr y llenar de ese estruendo característico el ambiente, el cual se fortaleció con los vivas y gritos de los miles de asistentes.

El agua siguió su curso y la gente poco a poco fue dejando su lugar donde presencio el sublime espectáculo, para buscar un espacio ya fuera en el Jardín Miguel Hidalgo o en los alrededores de la Presa de la Olla y San Renovato para compartir los alimentos y de esa forma dar vida a esta tradición que se afianza en el gusto de la gente.

De la mano de sus padres o madres, miles de niños caminaron entre la gente y los puestos que ofrecían alimentos, ropa, calzado, antojitos y todo tipo de productos que con su sabor y preparación deleitan el gusto de la gente.

Las personas buscaban un lugar para tomar sus alimentos y también para protegerse de la lluvia que amenazaba con caer con intensidad, ‘pero ella también respetó’ y no se hizo sentir con fuerza, por lo que la gente disfrutó una vez más de un día de fiesta que los une en torno a una tradición que es única de los habitantes de cuévano

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *