“Trazom o los juegos de Mozart”, es un concierto-cuento que presentó por la pianista Ana Gerhard en el patio del Museo Iconográfico del Quijote, como parte de la tercera edición del Festival Cultural Interfaz, que organiza el Centro Cultural Regional Centro Occidente.

Ana Gerhard se ha dedicado a promover el gusto por la música de concierto entre los niños, para esto creo el evento “Trazom o los juegos de Mozart” para narrar la niñez de este celebre músico y compositor.

“Había una vez un pequeño llamado Wolfgang Amadeus Mozart que a los 4 años tocaba el clavicordio, y a los seis años el clavecín y el violín”. De esta manera, la artista Ana Gerhard invitó a los niños y a los no tan niños a conocer un poco más a uno de los personajes más conocidos a nivel mundial por su legado musical.

Narró los pasatiempos favoritos del niño “Wolfie”, como le decía su padre Leopold Mozart, y cómo fue que a los cinco años compuso sus primeras piezas músicales, para rápidamente darse a conocer por su excepcional talento por primera vez frente a los reyes de Austria.

El pequeño Mozart viajó a muchas partes con su papá Leopold y su hermana María Anna, llamada cariñosamente Nannerl. Fue precisamente en estos viajes que desarrolló su habilidad para componer sin tener pluma o papel, situación que lo definió como un niño prodigio.

Mozart solía decir palabras, incluso oraciones al revés y jugaba con su hermana Nannerl. La pianista invitó a los niños a decir su nombre al revés y también les contó a los presentes que siendo mayor el compositor se enamoró profundamente, pero esa ya es otra historia.

Mientras les contó a los niños y a sus papás cómo fue el desarrollo artístico en su niñez de Mozart, interpretó algunas de sus obras, entre ellas algunas sonatas, y dijo que también “Wolfie” compuso óperas, pues era una de las cosas que más le gustaba hacer.

Ana Gerhard fue creadora y directora de la compañía de títeres Allegro Scherzando, que durante varios años llevó a los escenarios infantiles obras del repertorio clásico como La flauta mágica, de Mozart; Las cuatro estaciones, de Vivaldi; Pedro y el lobo, de Prokofiev y El pájaro de fuego, de Stravinsky.

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