Desde hace 15 días, Braulio Ramírez Luna, junto con su esposa Carmen y sus dos pequeños hijos, viven en una combi prestada, ahí se bañan, comen y duermen, quieren cambiarse a un terreno baldío pero no tienen dinero para comprar láminas y lonas.
La combi se ubica en la calle Real, en Noria Alta, a escasos 600 metros de las instalaciones del DIF Municipal.
Actualmente sobreviven con el apoyo de los vecinos quienes les obsequían comida, ropa, agua.
El terreno que quieren ocupar está sobre el cauce del río de Presa de Rocha, un espacio entre matorrales, propiedad de un vecino, que se los ofreció a préstamo.
Los pequeños hijos del matrimonio van a la escuela pero no tienen ropa y apenas cuentan con algunos útiles escolares, su semblante muestra los primeros síntomas de desnutrición, aun así están contentos porque están a lado de sus padres.
No pueden cocinar porque no tienen enseres domésticos y les da miedo encender una fogata al aire libre, pues temen que se salga de control y provoque un incendio que se propague a las casas aledañas o al tanque de gasolina de la camioneta y se origine un accidente.
Braulio no ha podido trabajar apropiadamente, se dedica a la venta de ‘bon ice’ pero los últimos días el clima no le ha favorecido para salir a vender.
“La combi es de un señor que vive en Pueblito de Rocha y nos la presta para vivir en ella. Antes vivíamos en la casa de una hermana con mis sobrinos, en la colonia Panteón Nuevo pero tuve problemas con el resto de la familia y me dijeron que me saliera para evitar que los problemas crecieran.
“Aquí en la camioneta vivo con mi esposa, mi hija de 10 años y mi hijo de 8, no he podido salir a trabajar porque además me enfermé”, dijo Braulio.
La familia sobrevive con la comida y ropa que algunos colonos les donan, también les regalan agua para bañarse adentro de la combi o piden permiso en las casas para asearse, hacen sus necesidades fisiológicas entre los matorrales a la orilla del río.
“Nos prestaron un terreno baldío pero no tenemos dinero para construir un cuarto de lámina, por eso seguimos viviendo en la combi.
“Pedimos a la gente, a las autoridades que nos ayuden de favor con láminas, ropa, algo de comida y agua mientras nos acomodamos”, agregó.
Tienen un viejo colchón pero no lo pueden usar pues no cabe adentro de la camioneta,
Carmen, como puede, alista a los niños y los manda a la escuela, trata de que vayan aseados pero a veces se van sin comer.
