La fiesta guanajuatense en honor a San Ignacio de Loyola, conocida como “Día de la Cueva”, tiene su origen en 1616, fecha en que fue nombrado patrono de la ciudad gracias al jesuita Diego Gómez.
La celebración religiosa y pagana se estableció el día de su muerte, es decir el 31 de julio, que en su caso era la realización de una misa en la cueva que se encuentra en el Cerro de la Bufa.
La noche del 30 de julio algunos capitalinos suben al Cerro del Hormiguero para acampar, otros prefieren subir para ser de los primeros en cantarle las mañanitas al santo patrono.
Además, es un verdadero espectáculo apreciar desde alguna parte del Centro Histórico de la ciudad, la iluminación que se le da al cerro gracias a la instalación de luces artificiales y antorchas.
Al mediodía, en la cueva nueva que cuenta con un pequeño altar dedicado a San Ignacio de Loyola, se celebra una misa en su honor. Anteriormente se llevaba a cabo la celebración en la cueva que se encuentra más arriba, pero se encuentra bastante retirada y el camino es un poco peligroso.
Desde hace años hay algunos caminos que llevan hasta las cuevas que están en el cerro, incluso hay personas que suben hasta la parte más alta del peñasco para apreciar una majestuosa vista de Guanajuato.
Para complementar la celebración ese día hay una gran variedad de juegos mecánicos para chicos y grades, así como venta de alimentos, bebidas, antojitos, ropa entre otras cosas.
Hay una leyenda llamada “La princesa de la Bufa”, que trata sobre una joven que está envuelta en un hechizo, la cual será liberada sólo si hay un hombre valiente que la lleve a la Basílica Colegiata de Nuestra Señora de Guanajuato, pero para romper el embrujo, el hombre no deberá voltear hacia atrás, pues de lo contrario la hermosa mujer se convertirá en una horrible serpiente.
